De toda exhumación resultan casi siempre conceptos conocidos, imaginados o desconocidos, simplemente. Siempre, sean los que fueran, movilizan al actor Médico y hacen suponer a terceros que es por acercarse fugazmente a la muerte; pero el facultativo sabe que es más bien por poder palpar claramente la diversidad humana, con pluralismos y soledades, suspendida en la inmensidad de los tiempos; conceptos estos que forman parte, en general, de lo científico médico y que, por lo tanto, tienen para sí los tratamientos conocidos y especificados en las ciencias metodológicas, por ser comunes a todas las investigaciones. Muy poco importa a los métodos clásicos, si luego de averiguar el sexo, la edad al morir, las etnias, los horizontes vividos, el pasado o presente, las causas probables de muerte etc., se ubica todo, en una relación lejana con los primeros antepasados. Tampoco interesa si quien lo trata es Médico o no, y si perforó con sus manos un terreno desconocido, y si se conformó con creerse por esto, con el derecho a llevar todo como un trofeo, o disimularlo para su olvido, en una capa sedimentaria creada por él mismo. Poco importa si su diagnóstico se esconde a la sombra de alguna ley, o un reglamento, y si lo estudiado se puede transmitir en conocimientos. Tampoco, si es fácil hacer un diagnóstico presuntivo situacional en el lugar de la exhumación. Así, la medicina incompleta, resalta sólo su ciencia pero no su arte, el que se encuentra, si se aprende a reconstruir el concepto de una vida pasada, en este caso, a través de los tejidos que una vez fueron casi los últimos en formarse en el embrión humano, y luego, son los últimos en desaparecer post mortem. Para acercar nuestros conceptos a la realidad planteada es que analizaremos cómo a través del estudio de la mujer, el género humano inicia una gran carrera desde sus primeros representantes en Africa, y luego de recorrer los continentes, llega a América, y a su región austral con las características óseas sacras y humerales que lo definirán como una posibilidad de su desarrollo. Lograremos obtener nuevos métodos de identificación del primitivismo estructural esquelético, de la diferenciación sexual por ellos, del acercamiento a los estudios de las características óseas propuestas para su unificación en los sexos. También, con un signo presente, lograremos imaginarnos la originaria situación antropomorfa de los pitecus arcaicos y homos. Demostraremos como “los últimos serán los primeros”, o lo que es lo mismo, el Hombre Sudamericano, último en llegar a su destino estable, podría potencialmente, re-expandirse hacia los otros continentes, reproduciendo a un ser nuevo, que recuerde en algo a sus ancestros. Trataremos de comprender que las corrientes migratorias americanas fueron no sólo el fruto del instinto curioso de “ver algo más allá”, o de seguir a su pieza de caza, sino que sirvieron para asegurar la expansión de lo Creado; pero ellas no sabían lo que portaban, sólo vivían. Nosotros tampoco lo sabemos, sólo sobrevivimos. El desarrollo estructural del Sacro y del Húmero, nos muestran fugazmente que podríamos agregar algunos conceptos a la historia del Hombre a través de la Medicina Antropológica Física. Las últimas glaciaciones en el norte de nuestro continente diezmaron a la especie humana, de tal forma que su número no superó al de los Sudamericanos; cuando llegó la conquista española los encontró a éstos ya en decadencia, ocultando con ese fenómeno muchos misterios de sus vidas, que los sobrevivientes luego registraron en pictografías y petroglifos como mensajes indescifrables que representarían, al analizarlos, el anhelo de vivir lo perdido y lo que vendrá. Pero aún así, no se pudieron borrar los signos como los que estudiamos y que se preservarían hasta hoy.
Known, imagined, or simply unknown ideas are almost always the results of every exhumation. Whatever they be, they always mobilize the medical actor and make others suppose that it happens by fleetingly approaching to death; but the practitioner knows that it occurs rather by being able to clearly feel the human diversity with its pluralism and loneliness, suspended in the immensity of times; these concepts being part of the medical scientific whole and therefore have for themselves the treatments already specified and known in the methodological sciences, as they are common to all investigations. It is not important for the classical methods if, after finding out the sex, age of dying, the ethnic background, the acquired experience, the present or the past, the probable causes of death etc, all is merged in a remote relationship with the first ancestors. It does not matter either whether or not it is a doctor that who is treating it, and if he bored an unknown soil with his own hands and if he submitted thinking he had the right to carry all this like a trophy or pretend it to be forgotten in a sedimentary layer by he himself created. If his diagnosis is hidden in the shadows of a law, a regulation or if that what has been studied can be transmitted as a sort of knowledge is of little concern for all of us. It does not mind either if it is easy to make a presumptive diagnosis in the place of exhumation. Thus, incomplete medicine stands out only its science but not its art which is found only after learning to rebuild the concept of a past life, in this case, through the tissues that once were almost the last ones in growing in the human embryo and then, after death, the last ones in disappearing. To be able to approach our ideas to the outlined facts we will analyzed through the study of women, in what way humanity starts its long race from its first representatives in Africa and after going over the continents arrives to America and to its southern region with the sacral and humeral bony characteristics that will define it as a possibility of its development. We will try to get new identification methods from the skeletal structural primitivism, from their sexual differentiation, from an approach to the studies of the proposed bony characteristics for unification in the sexes. We will also try to bring to our minds, with a present view, the original anthropomorphous situation of the archaic petecus and homos. We will show how the “last ones will be the first ones”, or in other words, that the South American Man, the last one to arrive to its lasting and permanent destiny, would be able to re-expand himself toward other continents, and thus reproduce a new human being resembling in part his ancestors. We will try to understand that the American migratory currents were not only a product of the curious instinct of “seeing what was going on beyond” , or of following their hunting prey but rather they were useful to ensure the expansion of all what has been created; but they did not know what they were bearing, they just lived. We do not know it either, we just survive. The structural development of the Sacrum and the Humerus show us briefly that we could sum up some new ideas to the History of man through the study of Physical Anthropological Medicine. The last glaciations in the north of our continent decimated mankind in such a way that its number did not exceed that of the South Americans; when the Spaniard Conquerors found them they were already in decline, hiding with this phenomenon many mysteries of their lives that the survivors later on recorded in pictographs and petroglyphs as incomprehensible messages that would represent, when analyzed, the longing of living what has been lost and what will come. But, even so, the signs as the ones we have studied and that would be preserved until our days could not be erased.
Para comprender los propósitos del intento de investigación sobre la evolución ósea del hombre primitivo hasta nuestros días, en la Provincia de Córdoba (Argentina) y sus alrededores, tal vez tengamos que tratar conceptos no sólo de su desarrollo territorial en toda América sino también remontarnos directamente a sus orígenes africanos, según las teorías al respecto aceptadas en la actualidad. Solamente así podremos comprender las limitaciones de dichas estructuras en los antepasados humanos y su evolución hasta el presente, y proyectar la misma hacia un futuro no lejano, como reflejo de vidas pasadas y su metodología variada de vida primitiva, la que reúne todo desarrollo de lo cotidiano como forma de supervivencia simple. Así se explicaría la importancia de analizar partes del mismo esqueleto humano. Así, tal vez, se fue modificando a través de los milenios, la estructura anatómica, que dio como resultado un cambio o modificación de las funciones corporales que de las zonas o áreas mismas resultan, siendo ayudado el fenómeno por la mezcla genética propia del agrandamiento poblacional, indicio necesario para el desarrollo territorial, y la lógica relevancia de la reproducción humana generadora de tantas etnias pasadas y actuales, reflejo contundente del antepasado humano. Es por ello que delimitaremos una pequeña área para investigar dentro de esa evolución, teniendo en cuenta anatómicamente el hueso sacro, desde su estado primitivo en el pasado hasta su morfología actual, y por ende sin prescindir de la funcionalidad que de su estudio deriva. También en forma similar, haremos el estudio del hueso húmero, centrándonos en su extremo distal. Ambos huesos nos servirían para tratar de demostrar que cada vez que se presenten algunos signos estructurales a determinar, podrían éstos ser usados para obtener ciertas conclusiones, utilizadas como guías anatómicas en exhumaciones, que delimitarían el mayor o menor grado de primitivismo estructural, las posibilidades de diferenciar el sexo, costumbres cotidianas posturales propias de cada horizonte cultural, estados derivados de los períodos de marcha o reposo. Del mismo modo no se podrá dejar de lado el análisis de la funcionalidad de la columna vertebral, el mayor o menor desarrollo muscular que acompaña anatómicamente a ambos huesos a tratar. El estudio del equilibrio será una resultante interesante relacionado con lo expuesto. Estos temas ya fueron desarrollados, en forma parcial, como propios del hombre del Paleolítico Europeo, y en nuestro país también tratados por investigadores para algunos grupos americanos .Pero es de destacar que, con referencia a nuestra provincia – por pertenecer sus orígenes antropológicos a los migrantes de una corriente de población distinta- nos impulsa a descubrir características. Los autores citados tanto Argentinos como extranjeros, desarrollaron el tema superficialmente, sin atribuirle proyecciones hacia una utilidad práctica para el médico quien teniendo que realizar exhumaciones, pudiera ayudarse de datos que clarifiquen sus conclusiones hacia el diagnóstico del sexo o del tipo de vida anatómicamente hablando y, lo que sería importante, la detección del estado teórico o no de primitivismo evolutivo del sujeto encontrado y su resultante ubicación temporal, y el entendimiento de lo que resulta difícil para nosotros, y que es el conocer a nuestros antecesores. Sería también útil la aplicación en los peritajes forenses, o científicos, al manejar el perito médico nuevos parámetros. De modo similar tendría su influencia en la formación del estudiante de Medicina. Para esta labor también hemos recurrido a resultados de investigaciones personales sobre trabajos de campo y antropometría, propios de enterratorios humanos arcaicos de nuestra Provincia y sus alrededores, algunas de cuyas conclusiones fueron consideradas en publicaciones, filmaciones propias para distintos programas científicos en canales locales de televisión, o como complementos para colaborar en la formación del estudiante de Medicina (Cátedra de Medicina Antropológica-Facultad de Medicina de la Universidad Nacional de Córdoba), o para responder a nuestras permanentes inquietudes y preocupaciones científicas referentes a nuestros ancestros. En cuanto al estado del conocimiento sobre el tema, expresamos diciendo que la limitación evolutiva ósea del hombre primitivo, en el área que delimitamos, estaría representado por una modificación del hueso sacro y del hueso húmero de su esqueleto. El hueso sacro se habría modificado en disposición a uno de los tres tipos anatómicos existentes de tal modo que uno de ellos estaría presente en menor grado que los otros dos tipos restantes, actualmente. En contraposición, en las épocas antiguas, el resultado sería inverso y en especial en el sexo femenino, en el que ese tipo habría predominado más siempre con respecto a los otros dos. También, el hueso húmero podría tener en aquellas épocas, características particulares: sería aquí un índice de mayor primitivismo con alto alejamiento en el tiempo evolutivo al presentarse este signo anatómico bilateralmente, y en el sexo femenino; pero de escasa presentación actual. Con nuestra investigación sería posible demostrar, con el aporte de datos, que el ser humano a través de los milenios frenó su desarrollo parcial óseo, localizado zonalmente, quitando a su estructura ósea características que, sumadas a las ya conocidas anteriormente definen el concepto de Rey de la Creación. Ante la necesidad de obtener mayores antecedentes, datos y visiones acerca de la valoración antropométrica y su incidencia en los estudios de fenómenos médicos y así explicarnos algunos aspectos de la evolución biológica, en este caso, del hombre primitivo y su desarrollo hasta el hombre actual, es que trataremos de hallar cuales y porqué fueron logrando conceptos propios en el tiempo algunos huesos como el sacro y húmero. Si tenemos presente que el hueso sacro siempre fue considerado en el estudio médico, es explicable que haya conclusiones que resultan verdades clásicas. Su morfología (1) fue descripta claramente y en formas diversas, resultando varias clasificaciones como sacro alto, bajo o mediano para unos; sacro ancho, mediano o delgado para otros. Estas denominaciones describían un hueso que en forma simple nos indicaba tantos conceptos resumidos en palabras comunes, pero también entendíamos que se podía tratar de un elemento variable en su longitud como en su anchura. También su perfil nos confirmó conceptos como los dados, al ver su mayor o menor horizontalidad, al integrarlo articularmente con la columna vertebral en una postura de pie, por ejemplo. De allí surgieron conceptos y diferencias propias para cada sexo, también ya conocidos osteológicamente hablando. Pero otra cuestión más concreta en la investigación médica fue denominar al sacro como hiperbasal, homobasal e hipobasal (2), nombres más técnicos, al tratar de definir las posturas anatómicas del mismo y como una comparación más propia entre los distintos desarrollos y crecimientos que podían describir las alas del sacro con respecto a la carilla articular correspondiente de la vértebra lumbar número cinco. Si se tiene en cuenta esta última clasificación trataremos de explicarnos cuales y por qué algunas posiciones del mismo marcarían diferencias ancestrales entre el hombre y la mujer de épocas primitivas, en nuestra provincia, y por qué al llegar a nuestros días su evolución estructural desaparecería entre ambos por lo que hoy el sacro seria común en su forma para los sexos. Como todo elemento de nuestro mundo, sea biológico o no, conocido en parte por quienes lo investigan partiendo desde sus orígenes –o lo que es lo mismo, desde su formación hasta su desarrollo y luego involución y desaparición-tiene una vida ya dirigida en el mismo sentido, lo que se resume como vida indefectiblemente humana, no nos queda otro recurso aparente que remontar toda incógnita desde su origen, formación y desarrollo desde las primeras épocas hasta el presente y arriesgar su final. Desde el punto de vista antropológico, el hombre puede compararse abstractamente, al estar incluido en su horizonte cultural, con la formación intrauterina de cada ser en particular. Cuando los protagonistas de las cuatro corrientes de poblamiento americano (3) iniciaron su ingreso por el Estrecho de Bering hace cuarenta a cincuenta mil años para unos y noventa a cien mil para otros- señalaban a la humanidad futura una fecha indicativa de la formación del Homo Sapiens americano, comenzando así un desarrollo que podría llegar a su culminación en este nuevo milenio, con nuevas definiciones y diferencias entre aquellos y estos modernos Homo Sapiens Sapiens. Muchos que estudiaron las diferencias aquellas del sacro no las concluyeron, como si aún no comenzara hacia la definitiva tipología actual, o es que tal vez no nos animaríamos a ver su futuro evolutivo. La similitud de las dos formaciones en rasgos simbólicos, una del hombre americano y otra la de cada ser humano en sí hasta su nacimiento, limita el concepto de decir que ambos dan origen al hombre moderno para América y para otros continentes a los que genéticamente llegará renovado. La embriología humana fue similar y se adaptó a las distintas tipologías evolutivas de los grupos del momento. Siglos de oscurantismo, que impedía hablar de ciertos temas, o de incurrir en falta religiosa si se reconocía que el Creador había sido más coherente en la génesis humana que el mismo hombre al involucrarse con los simios primitivos, parecerían disiparse hoy. Las distintas iglesias aceptaron parcialmente el evolucionismo biológico y así los Pitecus se emparentaron con los Homos y surgieron las modificaciones de las grandes y polémicas clasificaciones de Homínidos como (4) si el Hominino realmente las entendiera. Esto quiere significar que las cuatro migraciones americanas fueron tal vez posibles como las conocemos y que las mutaciones genéticas tal vez no influyeron o lo hicieron en forma pobre por ser fenómenos poco frecuentes y no se pudieron ocultar los factores hereditarios sumamente fuertes de persistencia a través de los milenios. Entonces estaríamos frente a fenómenos casi irreversibles de evolución, por lo que todo desarrollo seguiría un mismo y único sentido en su futuro y en los grupos humanos venideros. Nuestras investigaciones presentes indicarían que el Homo americano creció en los sueños de sus antepasados y de aquellos remotos millones de años sólo queda el concepto de ser espacios del tiempo en donde todos nos relacionamos. Ya sea con nuestro ADN o cualquier otro indicio de diferenciación biológica logramos el principal objetivo en esta tierra que es el de poblarla y reproducirse en ella. Hace seis millones de años en Kenia, sabana africana, ya vivía el “Hombre del Milenio”,ser de evolución sorprendente cuyos miembros inferiores demostrarían costumbres propias de la bipedestación. Sus largos brazos ya no le servirían para su vida arborícora y su baja estatura relacionaría su andar erguido con su desarrollo pelviano y por lo tanto también con su sacro. Hasta nuevos descubrimientos- que seguramente existirán y nos asombrarán como lo hacen las variantes de la diversidad humana al jugar con nuestro pobre intelecto- aquel homínido sería el exponente más antiguo y responsable de la expansión biológica presente. Ya que clasificaremos toda la naturaleza y logramos utilizar una palabra polémica- raza- sabremos que la misma no existe sino solamente en lo social y biológico, pero no en lo científico. Socialmente, el hombre se sentiría más seguro si los de su raza se diferenciaran de los integrantes de las demás, del mismo modo que los miembros de una familia se sienten más seguros acompañados por sus integrantes que por personas extrañas. Así la clasificación del hombre por sus características físicas por momentos no podría ser admitida. De igual, sus huesos sacro y húmero bien podrían ser en su morfología iguales para todos los americanos, etc., y para el resto del mundo, ya que no habría grupos raciales definidos. Las categorías culturales serían folclóricas y no científicas, las diferencias de raza también; admitirlas implicaría que algunas podrían ser superiores a las otras y así concluirían en racismo. En consecuencia, aquellas no existirían. Los derechos del hombre variarían y las razas categorizarían a la especie humana, a la vista de los sectarios. Tal vez, las tres razas actuales serían ilusiones ópticas, ya que existirían seres humanos que se verían diferentes. Los dos huesos en estudio serían de hombres primitivos o no solamente, ya que en los emparentados aparentarían ser de la misma raza pero no sería así. No habría subespecies dentro de la especie humana. El Homo Sapiens Sapiens carecería de ellas y sus diferencias entre si serían superficiales, pero los dos huesos habrían cambiado al menos en su frecuencia de presentación a través del tiempo. Ya que como las razas podrían adquirir significados cuando los hombres son tratados de modo diferente no podríamos pensar que estos huesos tengan su explicación en el origen de aquella raza. Si dijimos que la categorización del hombre en razas es por la forma de su comportamiento, la forma de deambular en tiempos remotos tal vez también categorizaría al sacro y al húmero, o por otras costumbres de grupos que los relacionarían socialmente. También se identificarían estos huesos como propios de aquellos que tendrían la resultante final de ser tomado en comparación con otros grupos. Estos huesos podrían dar sus estereotipos que diferencian a quienes lo llevan con una morfología propia o no. Las diferencias raciales no serían un problema de ADN ya que nos parecemos más en las cosas importantes que en las simples y nos pareceríamos más en proporción a las diferencias que realmente tendríamos. Podríamos analizar entonces todo, teniendo en cuenta que a los primeros hombres los categorizamos en América como a los Homo Sapiens, y que a los actuales los llamaríamos Homo Sapiens Sapiens, como si todo en el presente fuera fruto de nuestro intelecto. Decimos que aquellos de una especie en evolución se parecerían un poco más a sus antepasados cuando más cerca estuvieran de ellos en el período de transición. O sea que nuestro presente se parecería a nuestro próximo futuro o pasado; todo dependería del grado de orgullo que lográramos desarrollar. Lo mismo, aquellos primitivos seres que más que primarios tal vez serían primeros hombres, si se asemejaran por vecindad evolutiva a los Pitecus más que a nosotros y su estructura ósea en cuestión se parecería más a ellos que a la del hombre actual. El razonamiento continúa pero, podríamos estar sobre el umbral de algunos cambios respecto a los elementos óseos como para obligarnos a relacionarnos con aquellos Pitecus antropoides y como para reconocer otro motivo de igualdad actual entre los sexos.
Si bien los cuadros, gráficamente, no representen el crecimiento humano nada más que con simples presentaciones, nos indicarían que ya fue aceptado que los pitecus poseían un dimorfismo sacro y humeral, que luego se trasmitió al hombre primitivo de Africa, Asia y Europa, y que luego todo razonamiento quedó en silencio con la llegada del mismo al continente Americano. Tal vez, durante 5.500.000 años antes del presente, la identificación sería mantenida, pero al llegar al presente, estaría modificándose quizás para categorizar biológicamente al hombre americano y por sus diferentes cruzamientos alcanzaría también a otros continentes. En el esquema I la encrucijada se encontraría en el nivel en donde el hombre actual se acercaría hacia un Homo Sapiens Sapiens Americano como primer escalón para llegar a un Homo Sapiens Sapiens Discímilis; ambas denominaciones serían partiendo del Ser contemporáneo. El viaje por el Estrecho de Bering desde Siberia, tal vez ya arrastraba al mismo desde Asia con las características antropométricas y anatómicas que investigamos pero casi no sería estudiado a fondo en el problema planteado. Así, llegando a nuestro país, habría sucedido en forma similar. Ya en Córdoba, nos llama la atención, y surge la hipótesis presentada, teniendo siempre en cuentas que los primitivos habitantes de nuestra provincia, los Comechingones (5) y sus antecesores los Ayampitines, por ponerles un nombre propio a éstos habitantes de las cavernas, serían uno de los resultantes finales del proceso de evolución paleolítica de la primera corriente de población americana, y los últimos en mostrarnos características óseas definidas. Por razones de limitaciones geográficas, económicas, cronológicas, no podemos reunir antecedentes de todas las provincias argentinas ni compararlas con el resto de América del Sur, pero sí tenemos algunos indicios de experiencias personales sobre años de investigación en nuestro suelo y su relación de vecindad con La Rioja y Santiago del Estero, así como también con Chubut y Río Negro, Argentina.(R.A.). Siendo “Ayampitín”un nombre propio, creado para identificar a un gran horizonte cultural Sudamericano, reflejado en dos puntos geográficos de las Sierras Centrales, tratados a mediados del siglo XX por estudiosos argentinos, y llamándose así por encontrar indicios antropológicos en la Pampa de Oláen, en la estancia Ayampitín de la Fundación San Roque, y en la Cueva de Intihuasi en la provincia de San Luis, Argentina, se caracterizó por diseñar sus puntas de proyectiles en forma de laurel. Para otros, el nombre representaba los dominios del cacique de nombre similar(6). Su antigüedad en Córdoba, estaría cercano a los 8.000 años antes del presente (tardío post glacial)(7). En Catamarca tendría sus antecesores en los llamados “Ampajanguenses”(8), llamados así por vivir cerca del río del mismo nombre, y con una antigüedad de 14.000 años antes del presente (temprano post glacial). De sus correrías, por costumbres propias del cazador nómade, incursionarían en nuestra provincia, y hasta San Luis. Originarios del altiplano, fueron individuos de gran desarrollo numérico más que evolutivo; pertenecerían a los grupos integrantes de la primera corriente de población que nos visitó por el entonces congelado estrecho límite con Siberia. Es tal la amplitud paleo étnica de los mismos, que tal vez hablar de ella implicaría un gran tratado sólo de su nombre, si es que pudiéramos realizarlo, ya que dicha característica sólo sería considerándolos fuertes en su poblamiento, aunque culturalmente silenciosos en su legado prehistórico. Muchas veces al exhumarlos se nos pasó por nuestra razón el tener que compararlos con los Neandertales del viejo mundo, sin dejar de entender que estos no eran Homos Sapiens (9) y los Ayampitines sí. La fuerza física en estos estaba casi tres veces mas desarrollada que en los hombres actuales. En los distintos puntos geográficos en donde se relacionaron, fueron capaces de sembrar bases generacionales que más tarde crearon el concepto de Pre Cerámico Americano (10).
Desde allí, todo fue campo propicio para la evolución prehistórica. Nuestras excavaciones desde hace veintisiete años aproximadamente, nos relacionarían con él, y por momentos interpretamos algo de los primeros provincianos. La corriente poblacional tan nombrada por su importancia en la vida americana de todas las épocas –esto siempre que estemos de acuerdo en reconocer teorías que se asemejen a ellas- daría como resultante, el reconocimiento de grupos antropológicos prehistóricos que serían la base de las sociedades futuras y de explicaciones ante los torbellinos genéticos actuales. Hay otras teorías centralistas (11) y multirregionales también para tratar este enigma de población. Al tener sus similares representantes en América del Norte, sus misterios de existencia en América Central y en el Sur en donde el “Hombre Primero” daría origen a “ Láguidos”(12), ( originarios de Lagoa Santa, Estado de Minas Geráes, Brasil); “Pámpidos” (13) (Sierras Centrales de Córdoba y Catamarca, extendiéndose hacia la Patagonia y Tierra del Fuego, (R.A.) ; y en los períodos finales, a un tercer tipo antropológico llamado “Andidos”(14) (región andina, indoamericana de culturas superiores, prehistórica tardía, e histórica).No extenderemos las explicaciones sobre esta clasificación que pertenece a la antropología clásica. Mas, para poder entender nuestros hallazgos y conclusiones, debemos tenerla en cuenta. Así, en Córdoba, el Ayampitín reflejaría claramente el dimorfismo evolutivo de los huesos tratados explícitamente, demostrando tener rasgos hereditarios arcaicos al respecto. Por lo menos tendríamos que partir de él tanto hacia el pasado como hacia el presente para desarrollar el tema concreto. Nos atrae la idea de pensar que la primera corriente de población sería la más fuerte genéticamente hablando; la de mayor duración durante un determinado período, y la más indiferenciada biológicamente reconocida, dando su descendencia con las características tales que perduran sus vientos tardíos, hoy. Sería la única realizada por el hombre por vía terrestre y considerada por nosotros como fundamental en la trasmisión antropomorfa legada de los últimos Homos Sapiens euro asiáticos, los que luego contribuirían a las tercera y cuarta corrientes con sus características en este caso óseas, planteadas. Estas, mantendrían sus caracteres recesivos para siglos venideros, o tal vez, también llevaban otros dominantes que los hacía mimetizarse con el posible verdadero ser primitivo y precursor. Veremos, por lo tanto, que sea ello o no realizado, es cierto que recién en el presente surgirían los cambios a demostrar solo cuando la sangre de aquellos parecería ya no existir entre nosotros, o tal vez estando presente de un modo silencioso como el mismo Horizonte Cultural aquel, y que al no sentirlo lo desperdiciamos.
Es oportuno pensar que el Ampajanguense dividiría con su presencia, edades, y crearía al ser estudiado a partir de ello el concepto de Epoca Pleistocénica dentro de la Era Cenozoica, o período fósil en el final de la Era Cuaternaria Americana, y el de la Epoca del Holoceno (15) o período no fósil (actual), o lo que es lo mismo post glacial, alrededor de los 10.000 años antes del presente, para nuestra provincia. Decimos que siendo consecuencia tardía de las Eras Glaciares y de los períodos interglaciares, la resultante obliga a no tratar ya en forma clásica y propia de una investigación estática a las mismas. Las glaciaciones lejos de ser reconocidas como concretos espacios de tiempos, fueron la suma de muchos pequeños períodos intercalados con otros tantos períodos interglaciares similares o no de duración que representaríamos fácilmente como una continua línea dentada (16), que influyó y alteró los sedimentos geológicos y los separó para recibir los restos humanos que hoy estudiamos. En la provincia de Córdoba, (R.A.), los terrenos naturales a la vista pertenecerían todos al Holoceno, siendo delimitados en un “temprano post glaciar”, no fósil, entre las características propias de lo que llamamos “terrenos recientes” y actuales (desde los 10.000 años en el pasado hasta el presente). Esto lo separaría del anterior período Pleistoceno, o Cuaternario final, por lo que todo lo encontrado para investigar sería calificado como tiempo no fósil con referencia a lo antropológico médico físico. Sería sinónimo identificarlo como el Período Precerámico, no fósil, similar al Neolítico europeo, que por supuesto sufriría los mismos cataclismos formativos en todas las partes del globo terráqueo, aún en los lugares en donde no hubo glaciaciones. Tiene el Holoceno gran importancia en todo el poblamiento de América y por lo tanto de nuestra provincia. Nuestras investigaciones llegarían a sugerir sólo un límite virtual en el que pasó del hombre fósil al hombre actual, en Córdoba, ya que biológicamente sería un continuar permanente de características hacia el presente. La tipología del Holoceno, nos muestra no solo el tipo de clima que existió influyendo en el desarrollo humano, como ser el reconocimiento de por lo menos nueve pequeños períodos glaciares desde los 6.000 años hasta los 1.800 años antes del presente aproximadamente, sino llegar al concepto que nos es propio y en el que decimos que todo ser humano sería inhumado natural o artificialmente en el terreno geológico en que vivió, de no mediar otras causas como climáticas, individuales, legales, sociales, culturales etc. A veces encontramos que por acción eólica o pluvial, el Holoceno ha desaparecido quedando el Cuaternario tardío a la vista y en donde ya podemos tomar posiciones frente a los restos faunísticos extintos que reposan en él. Así lo encontramos en el asentamiento “Zapata” (17) en el departamento Tulumba, provincia de Córdoba, (R.A.) en donde los restos óseos de aquellas épocas eran acompañados por fauna extinguida (18) ( Gliptodontes) en un mismo nivel estratigráfico. ¿Pero, qué estamos considerando, si antes deducciones anteriores, el hombre no sería fósil en nuestra provincia. Pero siempre se opinó que los Gliptodontes pertenecían al período fósil americano?. Si dijimos que el hombre de Catamarca ya tendría sus 14.000 años de existencia y que por su inquietud nómade, cazadora y curiosa hacía visitas en nuestro suelo, qué podemos expresar sobre estos animales encontrados que según sabemos, fueron de vida corriente en América del Sur y por épocas llegaron a Norteamérica casi increíblemente. Tal vez para estos el Pleistoceno terminó mas tarde, concepto este puramente biológico y no geológico. Nos ayuda a ver mas claro el límite estratigráfico tratado ya que los huesos estarían por debajo de la capa de cenizas volcánicas tempranas actuales. Para nuestro proceder, reconocemos tres capas primarias o básicas del Holoceno en Córdoba, Argentina, desde la mas profunda o antigua hasta la más superficial, siguiendo a los autores clásicos, a saber: a) capa de cenizas volcánicas ácidas del límite entre el Pleistoceno y el Holoceno. Con una antigüedad de 10.000 hasta 6.000 años aproximadamente, antes del presente(a.p.). Tiene un espesor variable según las zonas analizadas, dependiendo esto de que los agentes externos la respeten o no; b) capa de cantos rodados- posteriores a períodos de lluvias, las que lavaron el terreno, arrastrando sus componentes más pequeños; es delgada y con una antigüedad de 6.000 a 5.500 o 4.500 años (a.p.) según los lugares, aproximadamente, (llegando en zonas inhóspitas hasta el presente). c) capa de estratos marrones oscuros- representante de períodos cálidos y húmedos. Su antigüedad sería de 5.500 o 4.500 a 2.500 años (a.p.), aproximadamente. Para nuestra utilidad práctica, podemos agregar una cuarta capa(solo reconocida por nosotros) a la que llamamos d) capa de estratos multisedimentarios- contemporáneos artificiales- que fueron formados por los grupos humanos actuales, al rellenar los terrenos naturales. Su antigüedad puede considerarse de 200 o 150 años hasta el presente. Si bien no es un sedimento natural, tenemos que tenerlo en cuenta para las posibles exhumaciones y su identificación cronológica. Puede dar confusiones si no es reconocido como tal, ya que a partir de ella decimos que no sería igual el resultado al medir la profundidad de una exhumación contando con la medida de su espesor, que ignorarla y reconocer solo la profundidad de las tres capas clásicas. Los estudios clásicos (19) reconocieron ya lugares similares en nuestra Córdoba, como las barrancas de los viejos filtros; de la Quinta Santa Ana, del Cerro de las Rosas, de Villa Belgrano, de Villa Cabrera, del cementerio San Vicente. Para nosotros, además, las zonas del Sanatorio Morra, en donde la capa superficial del Holoceno estaría de la siguiente a 1,5 metros, encontrando también la cuarta capa adicional en la superficie. (estudiado por nosotros en 1999); el barrio Uritorco en donde la capa más profunda del Holoceno estaría a 6 metros aproximadamente (estudiado 1994); la avenida Maipú casi en la esquina con la avenida Illia, en donde se encontraría a 10 metros de profundidad la primera capa del Holoceno, siendo la más superficial formada por aquel terreno artificial indicado. ( estudiado 1980). El asentamiento (20) Ayampitín de Zapata- Tulumba, provincia de Córdoba, Argentina- nos mostró la desaparición total de las tres capas del Holoceno, por acción del desgaste de los tiempos. El Pleistoceno nos brindó restos humanos y de fauna extinguida juntos. (Estudiado desde 1974 hasta el presente).
La ladera oriental del Cerro Champaquí (21) presenta al descubierto el terreno cuaternario con ricos sedimentos de fauna arcaica. (Estudiado en 1975). En los puentes llamados del Chateau Carreras y Sagrada Familia se pueden reconocer la segunda y tercera capas del terreno actual. (Estudiado en 1973). La descripción de sitios de enterratorios antiguos en la provincia, reflejarían ciertas concordancias cronológicas al reconocer signos que orienten a esperar resultados similares a los obtenidos con métodos clásicos. No olvidaremos que dentro del Holoceno se encontraría una importante barrera cronológica en arqueología, cercana a los 2.000 años (a.p.), que definiría un período llamado Precerámico, más antiguo, de otro más moderno llamado cerámico, que finalizaría con la extinción aborigen. Ambos períodos reflejarían épocas en donde el amerindio dominó el arte de la cerámica en su vida cotidiana, haciéndose sedentario y agricultor, diferenciándose de aquellas en que era cazador y nómade. En estos tiempos, creemos que el Ayampitín evolucionó biológica y culturalmente hacia el Comechingón, siendo todo esto propio de nuestros lugares y alrededores solamente, ya que en otros, como en el Ecuador, sucedieron los períodos cerámicos entre los 6.000 y 5.500 años antes del presente.
Los objetivos específicos del presente estudio e investigación de tesis son :
1-Concentrar los esfuerzos principalmente en la investigación antropológica individual sobre signos de primitivismo morfológico del Sacro y del Húmero; índice de primitivismo en restos óseos; sobre la determinación del sexo con nuevos elementos, en la orientación hacia un desarrollo primitivo, en el estudio de la situación del ser humano en épocas arcaicas y de la evolución de partes del esqueleto del hombre primitivo, proyectándolo hasta hoy, en la diferenciación entre las etnias indo americanas pasadas y las de nuestra Provincia, relacionándolas con las corrientes de población que las originaron y su diferenciación con la resultante actual de la fusión de las distintas razas de otros continentes, que forman los pueblos contemporáneos en la Argentina.
2-Arriesgar la idea de un porvenir evolutivo del hombre hacia un Homo Sapiens Sapiens “futuro y distinto”, llamado “Discímilis” como denominación propuesta por el autor, expresada en el desarrollo de la tesis. Además, la modificación morfológica de su sacro o de su fémur, nos anunciaría algo distinto en su nueva vida futura.
3-Aportar algunos conocimientos científicos para la formación intelectual del estudiante de la Escuela de Medicina de la Universidad Nacional de Córdoba, Argentina, con la intención de que estudie y conozca la Antropología Física y la considere como una disciplina propia del Médico, como también intentar que amplíe aún mas su visión anatómica, social, cultural, a cerca del hombre a través de su evolución milenaria fruto de la Creación de Dios.
4-Ofrecer aporte científico, social, etc. a la ciencia jurídica, a los médicos legistas, forenses, peritos, médicos de policía etc., y apoyo a los derechos humanos vistos desde sus aspectos positivos y protegidos por el Derecho Natural existente, desde la concepción misma del hombre.
5-Procurar, en lo posible, que el estudio planteado trascienda en su análisis hacia otras profesiones que rodean a las ciencias médicas –por ser la Antropología Física uno de los privilegios de la Medicina- y sea así de utilidad a todos los que estudien lo humano.
6-Advertir sobre la necesidad de una legislación explícita sobre el estudio y tratamiento antropológico médico-de la que hoy se carece- que podría considerar siempre al profesional como principal asesor médico-legal y científico en todo emprendimiento sobre el tema.
7-Retribuir a la Facultad de Medicina de la Universidad de Córdoba, Argentina, con un intento simple y con la modesta realización de una Tesis doctoral, expresando así gratitud ante su Escuela por la formación médica desinteresada que diera al suscripto.
Los materiales para realizar el Plan de Trabajo resultan de : Exhumaciones que realizamos desde hace varios años en la provincia y en la ciudad de Córdoba, Argentina, de enterratorios humanos primitivos, practicadas con propósito científico exclusivo, o resultantes del cumplimiento de órdenes judiciales, las que, al cesar el secreto de sumario, pueden ser dadas a conocimiento de terceros, mediando autorización judicial. Los métodos para llegar a ellos son a saber:
A) Arqueológicos clásicos.
B) Arqueológicos propios.
C) Estratigrafía Arqueológica.
D) Estratigrafía Geológica.
E)Reconocimiento de terrenos con características de enterratorios humanos conocidos por el autor.
F) Antropometría de Gabinete en la Cátedra de Medicina Antropológica (Facultad de Medicina, Universidad Nacional de Córdoba, Argentina.).
G) Paleopatología Osea, en el mismo lugar nombrado en el punto anterior.
H) Reconstrucción y armado de los elementos óseos estudiados, con técnicas propias, tratando de reproducir posturas propias de las inhumaciones primarias.
I) Métodos Estadísticos : si fuera posible desarrollarlos.
J) Todo lo descripto estará filmado y fotografiado por el autor, así como también registrado informáticamente.
Las facilidades para desarrollar el tema son:
• Colaboración de la Cátedra de Medicina Antropológica de la Facultad de Medicina de la Universidad Nacional de Córdoba, permitiendo al suscripto tener el lugar para la investigación y su difusión por medio de Seminarios etc.
• Colaboración del Excmo. Tribunal Superior de Justicia de Córdoba y de la Fiscalía General de la Provincia, otorgando los permisos correspondientes para dar a conocer de modo objetivo resultados de exhumaciones judiciales y estudios radiológicos de ingresantes al Poder Judicial .
• Colaboración del programa de televisión científico “Las Huellas de Hombre”. Pro intel T V canal 2. Córdoba. Argentina, al difundir trabajos y opiniones del suscripto.
Los gastos económicos generales son costeados por el autor del proyecto, no teniendo otra ayuda al respecto.
Lo hablado, mezcla de lo definido y de experiencias propias, que por momentos modificaría conclusiones, sumadas a otras venideras, nos situarían en un estado de comprensión preliminar del tema, para dedicarnos a las técnicas de exhumaciones clásicas o modificadas como recursos para el logro de las mismas, teniendo en cuenta los problemas que surgen en los trabajos de campo (22). La familiaridad con estos estudios hace también reformar permanentemente los instrumentos usados que son la resultante de reconstruir elementos médicos – quirúrgicos clásicos. Por momentos un simple escarbadientes es lo más útil de tener a mano; en otros casos, un barreno eléctrico o un contador de pulsos cósmicos no nos son suficientes. En todo terreno a exhumar, la cuadrícula arqueológica clásica es siempre bienvenida, distribuyendo las áreas para trabajar y reconstruir luego toda medida tridimensional. Ayuda también hacerlo con equipos multidisciplinarios, ya que cada miembro investigará en una parcela distinta. La generalidad de criterios impuesta en cada exhumación siempre es recomendable y aunque aparenta ser un razonamiento ilógico frente a lo convencional, nos ayuda a entender las diversidades siempre presentes. Es una permanente creación y destrucción de hipótesis. Muchas veces al estudiar los sitios del hombre con el afán de descubrir todo rápidamente, llegamos sólo a resultados simplistas, de poco valor científico. Nos situamos, sin darnos cuenta, en espacios de tiempo que serían propios de nuestra sociedad actual pero que queremos hacerlos característicos de vidas pasadas y hace tiempo. Así nunca podríamos salir del presente fugaz. Así no siempre veríamos a los Horizontes Culturales como un amanecer a nuevas claridades, sino a un atardecer en silencio y hacia la total oscuridad biológica, médica, social, cultural etc.; cuadro que, sólo serviría para opacar nuestro futuro. Si trabajamos en la capa superficial del Holoceno, sería aconsejable llegar siempre a su análisis final de una vez (sin intervalos de descansos, por ejemplo), ya que los terrenos que se presentan húmedos a primera vista, se secan luego, cambiando su consistencia sólida rápidamente, tornándose quebradizos y de nuevos colores. Así entenderemos si el terreno fue excavado anteriormente o no, y en qué época, por ejemplo, logrando obtener el concepto de inhumaciones primarias o secundarias, naturales o artificiales. No recomendaríamos el uso de diluyentes del terreno, siendo útil relacionar las implantaciones de raíces de la flora cercana y su desarrollo externo e interno a los huesos en cuestión. Muchas veces la cronología de los mismos se definiría por el estudio de la raíz que los atraviesa (Dendrología). En esta capa podemos encontrar enterratorios prehispánicos cerámicos o no, post hispánicos y de individuos contemporáneos. Por sí sola es problemática para datar las antigüedades con sólo reconocerlas. Será un elemento mas que acompañe o no al informe final. Se puede tener también como útil, por ejemplo, medir los potenciales de las resistencias eléctricas de la tierra y compararlos con otras capas vecinas. Se tendrá la precaución de crear patrones que sólo serán validos para el lugar geográficamente indagado. La segunda capa del Holoceno es más desconcertante, ya que estuvo lavada por grandes y persistentes corrientes de agua, productos del clima en ese momento de formación. Contiene cantos rodados naturales y otras rocas sedimentarias. También se pueden encontrar desechos artificiales, productos de la elaboración de lascas en la industria lítica arcaica, quedando los conocidos núcleos arqueológicos. No se encontrarían en Córdoba inhumaciones en esta capa y su antigüedad geológica coincidiría con las épocas de las culturas intermedias pre-cerámicas, con la industria del hueso para la elaboración de utensilios, materiales que casi no perduraron por su fragilidad hasta el presente. Es la misma, por lo general es angosta, y permeable, recomendando usar técnicas de humedecer los elementos y el lavado neutro sobre las rocas, ya que no hay nada mejor para reconocer algo sobre éstas que mojando su superficie, así como el desgaste artificial impuesto por el dominio de las manos y los sentidos. En esta capa no habría fósiles, salvo excepciones como las vistas en las costas de la Patagonia Argentina donde, por acción del mar, se sedimentó la misma ( Golfo de San Matías y Península Valdez (23), 1985-1993-1998). Pero la acción marina es un fenómeno que podría arrastrarnos hacia épocas anteriores a la era Cuaternaria y eso ya es otro estudio muy alejado de nosotros. Las inhumaciones de los Comechingones y Sanavirones nunca fueron encontradas por nosotros en la segunda capa, sino que lo hicieron en la primera y, si sus utensilios sí, fue por las acciones combinadas de fuerzas naturales de desgastes de las superficies.
La tercera capa del Holoceno es importante por encontrarse comprendida toda dentro de la prehistoria, Ayampitín incluída. Capa dura, ingrata, pulverulenta si se la profundiza; que mineraliza los restos óseos en algunos lugares y los descalcifica en otros hasta llegar al extremo de producir su destrucción con sólo tocarlos. Aquí podríamos trabajar con acrílicos de fusión térmica rápida, de invención propia que solidifica y vuelve manejables los huesos; también recurriríamos a la clásica técnica de enyesado total para su transporte etc.. El tejido óseo aquí se destruye ante cualquier manejo. La presencia común de la fauna extinguida nos recuerda que todo pudo ser más lejano e inalcanzable. Conservaremos como una base futura para estudio, todo el terreno geológico extraído ya que el mismo forma con el esqueleto encontrado una verdadera cuna para su sustentación y conservación hasta llegar a nosotros. La extracción de materiales en las capas nombradas debe ser un acto sutil, en donde el tiempo trabajado será secundario y el cansancio de horas del mismo, insensible. Es un desafío obtenerlo cuando antes, terceros detectaron el lugar y o las autoridades tomaron todo lo por ver en forma primaria.
EXHUMACIÓN: “ El Hombre de la Isla” (24). (Resumida).
Lugar: Departamento Tulumba, Provincia de Córdoba, Argentina.
Fecha: Diciembre de 1.979.
Duración del trabajo de campo: 10 horas.
Profundidad: 1,70 m.
Técnica arqueológica: (25) modificada en el momento.
Tipo de cuadrícula: vertical, modificada.
Capas de Holoceno: media y profunda.
Inhumación: primaria. Individual.
Posición : fetal vertical.
Signos dendrológicos : positivo.
Sexo: masculino. Métodos clásicos. Por conceptos de esta tesis.
Estatura: 1,70 m.
Etnia: Ayampitín.
Antigüedad: 2.500 a 3.000 años a. p..
Tipo antropológico sudamericano: Pámpido atenuado.
Cara: ancha.
Orbitas: altas.
Deformación craneana artificial: Lambdoidea derecha con marcada plagiocefalia.
Suturas craneanas: parcialmente abiertas menos la esfeno- basilar que está cerrada.
Edad al morir: 25 a 30 años.
Causas de muerte: desconocidas.
Dentadura: con desgaste artificial y cuarto molar. Grado II.
Diferenciación sacra: Hiperbasal. Corresponde al sexo masculino. Por conceptos de esta tesis.
Diferenciación humeral: sin perforación olecraneana. Corresponde al sexo masculino. Por conceptos de esta tesis.
Signos de primitivismo: positivos. Por métodos clásicos. Por conceptos de esta tesis.
Signos pilástricos : positivos. Propios de sujetos no sedentarios.
Signos de raquitismo: positivos.
EXHUMACIÓN: “El Niño de Chilca” (26). (Resumida).
Lugar: Cerros de San José. Tulumba, Provincia de Córdoba. Argentina.
Fecha: Marzo de 1.980.
Duración del trabajo de campo: 6 horas.
Profundidad: 0,60 mts.
Técnica arqueológica: cuadrícula individual clásica modificada (27) (tomando el cauce de un arroyo cercano, se separan los sedimentos por acción hídrica).
Tipo de Cuadrícula: cuatro partes de 60 x 60 cm.
Capas de Holoceno: cercana a la segunda.
Inhumación: primaria. Individual.
Posición: fetal, horizontal.
Sexo: masculino. Métodos clásicos. Por conceptos de esta tesis.
Etnia: Comechingón temprano.
Antigüedad: 2.000 años a.p.
Tipo antropológico sudamericano: Andido.
Edad al morir: 8 a 14 años.
Causas de muerte: desconocidas.
Dentadura: primera dentición. Con desgaste artificial.
Diferenciación sacra: desconocida.
Diferenciación humeral: sin perforación olecraneana. Corresponde al sexo masculino. Por conceptos de esta tesis.
Signos de primitivismo: positivos. Por métodos clásicos. Por conceptos de esta tesis.
Signos de raquitismo: positivos.
Utensilios: un punzón de hueso de camélido.
EXHUMACIÓN: “La Mujer del Lago” (28). (Resumida).
Lugar: Lago San Roque, Punilla. Córdoba. Argentina.
Fecha: 20-11-82 / 24-11-82 / 8-9-83 / 5-4-86 /10-6-86 /15-6-86 /22-9-86 /30-9-87 /23-10-88 /30-9-89 /19-11-89 /26-6-91 /25-5-96.
Profundidad: 0,50 mts.
Técnica arqueológica: clásica.
Cuadricula: simple.
Capas de Holoceno: la superficial.
Presencia de fauna: ciervos, grandes roedores.
Presencia de manufactura: más de 600 piezas líticas y cerámicas simples; talladas; con técnicas de fabricación en espiral; en cestería externa e interna e industria del hueso.
Inhumación: primaria, en posición fetal horizontal, múltiple.
Sexo: femenino. Otro sin definir. Por métodos clásicos. Por conceptos de esta tesis.
Etnia: Comechingón.
Antigüedad: pre-conquista. 800 años aproximadamente.
Tipo antropológico sudamericano: Andido.
Cráneo: braquicéfalo. Trepanación craneana artificial en uno de ellos. Con sobre vida después de su practica.
Edad al morir: 23 a 27 años.
Dentadura: con deformación artificial típica.
Reconstrucción esqueleto craneano: con técnicas propias.
Diferenciación sacra: leve hipobasal. Compatible con el sexo dicho. Por conceptos de esta tesis.
Diferenciación humeral: con perforación olecraneana. Por sexo femenino. Por conceptos de esta tesis.
Signos de paleopatologías: artrosis general de columna.
Causas de muerte: se desconocen.
EXHUMACIÓN: “Sanatorio Morra” (29). (Resumida).
Fiscalía de Instrucción D 7 T 2. Poder Judicial de Córdoba.
Autos caratulados: “Roxana Menéndez –denuncia formulada”.
Lugar: Ciudad de Córdoba. Argentina.
Fecha: 9-2-99.
Duración del trabajo de campo: 6 horas.
Profundidad: 1 metro.
Técnica arqueológica: clásica.
Cuadrícula: simple.
Capas de Holoceno: capa superficial contemporánea y primera capa natural completa.
Inhumación: secundaria. Múltiple.
Posición: en desorden.
Signos dendrológicos: positivos.
Sexo: masculinos varios y femenino uno. Métodos clásicos. Por conceptos de esta tesis.
Etnia: Comechingón tardío.
Antigüedad: 200 a 600 años a.p.
Tipo antropológico sudamericano: Andidos.
Edad al morir: adultos.
Dentadura: con desgaste artificial.
Reconstrucción esqueleto craneano: con técnicas propias.
Causas de muerte: guerras de la época.
Cráneos: braquicéfalos.
Dentaduras: con desgaste artificial.
Diferenciación sacra: desconocida.
Diferenciación humeral: sin perforación olcraneana para el sexo masculino. Con perforación olecraneana para el sexo femenino. Por conceptos de esta tesis.
Signos de primitivismo: positivos. Por métodos clásicos. Por conceptos de esta tesis.
EXHUMACIÓN: (30) “Segunda, del Sanatorio Morra”
(Resumida).
Fecha: 10-6-99.
Duración del trabajo de campo: 5 horas.
Profundidad: 1,20 mts.
Técnica arqueológica: se amplia la cuadrícula de la exhumación anterior. Clásica.
Presencia de manufactura : restos de cerámica tipo San Roque (Comechingón).
Inhumación: secundaria, colectiva.
Posición: en desorden.
Sexo: varios masculinos y uno femenino. Según métodos clásicos y por conceptos de esta tesis.
Etnia: Comechingón.
Tipo antropológico sudamericano: Andido.
Reconstrucción esqueleto craneano: con técnicas propias.
Cráneo: varios. Braquicéfalos.
Dentadura: con desgaste artificial.
Diferenciación Sacra: positiva para sexo masculino (sacro Hiperbasal). Para sexo femenino (hipobasal).
Diferenciación humeral: perforación olecraneana para sexo femenino (una); sin perforación para el sexo masculino(varias).
Signos de primitivismo: positivos. Por técnicas clásicas. Por conceptos de esta tesis.
Signos de raquitismo: en algunos.
Causas de muerte: combates de la época.
EXHUMACIÓN: “ La Mujer de Capillita” (31). (Resumida).
Lugar: Agua Hedionda, departamento Sobremonte. Córdoba, Argentina.
Fecha: 5-5-99.
Duración del trabajo de campo: 5 horas.
Profundidad: 0,80mts.
Técnica arqueológica: clásica, modificada circular en dos niveles de profundidad por la dureza del terreno.
Capas de Holoceno: sólo se encuentra la más profunda, por la erosión antigua y permanente.
Presencia de manufactura: cerámica gruesa rudimentaria, del período temprano.
Inhumación: individual, primaria.
Posición: fetal, vertical.
Sexo: femenino. Por métodos clásicos. Por conceptos de esta tesis.
Etnia: Ayampitín en transición a Comechingón.
Antigüedad: 1.500 años aproximadamente a. p.
Tipo antropológico sudamericano: Pámpido atenuado.
Diferenciación sacra: hipobasal para sexo femenino. Por conceptos de esta tesis.
Diferenciación humeral: perforación olecraneana para sexo femenino.
Signos de raquitismo: positivo.
Fémur: pilastria típica para sexo femenino en los aborígenes.
Causas de muerte: se desconocen.
Dentadura: con desgaste artificial.
EXHUMACIÓN: “Asentamiento precerámico de Zapata” (32). (Resumida).
Lugar: Tulumba, Córdoba. Argentina.
Fecha: 6y7/7/96- 14y15/7/96- 3/5/97- 12/10/97- 8/12/97- 14/3/98- 12/9/98- 12/3/00-
Técnica arqueológica: clásica.
Cuadricula: simple.
Capas de Holoceno: en la más profunda.
Presencia de fauna: extinguida. Gliptodonte. Fósil de lagarto.
Presencia de manufactura: núcleos líticos, puntas de proyectiles, botijas, lascas. Cerámica primitiva de épocas tardías.
Inhumación: primaria, en posición fetal, con decúbito lateral derecho. Individual.
Sexo: femenino. Por métodos clásicos. Por conceptos de esta tesis.
Etnia: Ayampitín.
Antigüedad: 8.000 a 10.000 años a.p.
Tipo antropológico sudamericano: precerámico. Homo Sapiens. Pámpido.
Reconstrucción del esqueleto: no se puede realizar por desintegrarse al tacto.
Diferenciación sacra: hipobasal. Por conceptos de esta tesis.
Diferenciación humeral: no se encuentra dicho hueso.
Signos de primitivismo: positivos. Por métodos clásicos. Por conceptos de esta tesis.
EXHUMACIÓN: “El Hombre del Río Jaime” (33). (Resumida).
Lugar: Río Jaime, Salsacate. Córdoba. Argentina.
Fecha: 14/2/98.
Duración del trabajo de campo: 5 horas.
Profundidad: 0,80 mts.
Técnica arqueológica: clásica.
Cuadricula: simple.
Capas de Holoceno: superficial y medio.
Presencia de manufactura: lítica, cerámica, habitacional.
Inhumación: primaria, individual. En posición fetal oblicua.
Sexo: masculino. Por métodos clásicos. Por conceptos de esta tesis.
Estatura: 1,70 mts.
Etnia: Comechingón.
Antigüedad: 600 años a.p.
Tipo antropológico sudamericano: Andido.
Reconstrucción esqueleto craneano: con técnicas propias.
Cráneo: braquicéfalo.
Orbitas: pequeñas.
Cara: propia de la raza.
Edad al morir: 20 años.
Dentadura: con desgaste artificial.
Reconstucción post craneana: sí, en la postura original. Con técnicas propias.
Diferenciación sacra: sacro homobasal. Por conceptos de esta tesis.
Diferenciación humeral: sin perforación olecraneana. Por conceptos de esta tesis, propio del sexo.
Signos de primitivismo: positivos. Por métodos clásicos. Por conceptos de esta tesis.
Signos de paleopatologías: raquitismo, tumoración en vértebra 12 d. y 1 L..
EXHUMACIÓN: “La Mujer de Rodeito” (34).
(Resumida).
Lugar: San Francisco el Chañar. Provincia de Córdoba, Argentina.
Fecha: 8/8/98.
Duración del trabajo de campo: 7 horas.
Profundidad: 0,40 mts.
Técnica arqueológica: clásica dedicada a sedimentos muy consolidados.
Cuadrícula: común.
Capas de Holoceno: superficial, limitando a la media.
Presencia de manufactura etc.: cercana al lugar.
Inhumación: primaria, individual.
Posición: decúbito dorsal, con posición fetal modificada.
Sexo: femenino, por técnicas clásicas. Por conceptos de esta tesis.
Estatura: 1,59 mts. + – 2.05 cm.
Etnia: de las correrías Comechingones- Sanavirones.
Antigüedad: pre- conquista tardía.
Tipo antropológico sudamericano: Andido.
Reconstrucción del esqueleto: con técnicas propias.
Edad al morir: 25 a 27 años.
Dentadura: solo se encuentran los dos incisivos superiores con una antigüedad similar a los de un sujeto de mas de 40 años actual, por el desgaste artificial presentado.
Diferenciación sacra: positiva. Sacro hipobasal propio del sexo femenino. Por conceptos de esta tesis.
Indice de concavidad del sacro: 11,2 = aborigen.
Indice Hierico = anchura del sacro: 103,7 = aborigen.
Indice isquio- pubiano: 125,2 = mujer aborigen.
Indice de anchura coxal: 76,3 =no es de raza blanca.
Indice de altura del ilión: 126.
Indice de altura de la pelvis: 90,4.
Indice de canal superior: 57,8.
Indice ilio pelviano: 90,4.
Indice general de la pelvis: 110,5. Corresponde al sexo femenino, pero estrecho.
Diferenciación humeral: positiva. Presenta perforación olecraneana bilateral. Propia del sexo femenino. Por conceptos de esta tesis.
Signos de primitivismo: muy positivos. Por métodos clásicos. Por conceptos de esta tesis.
Húmero: índice diáfisis: 73,68421= propio del sexo femenino.
Clavícula : 14 cm., propia del Amerindio.
Esternón: manubrio =4,2 = propio del sexo femenino.
Homóplato: altura = 13,5 cm. = propio de la estatura baja.
Indice escapular :59,2 = dolicomorfo o estrecho. Propio de indios fueguinos.
Indice glenoideo: 75 = mujer.
Radio: índice de robustez =17 = amerindio.
Indice pilástrico femoral: 95,8 propio del neolítico.
Esta exhumación demostraría las características antropomorfas típicas para fundamentar en su totalidad los conceptos de esta tesis.
EXHUMACIÓN: “El hombre y la mujer de los Carolinos”. (Resumida).
Lugar: Los Carolinos, Córdoba. Argentina.
Fecha: 24/5/00.
Profundidad: 1 mts.
Capas del Holoceno: superficial.
Inhumación: en desorden. De dos personas.
Sexo: uno femenino y otro masculino. Por métodos clásicos. Por conceptos de esta tesis.
Etnia: Comechingón.
Antigüedad: prehispánicos. 700 años aproximadamente.
Tipos antropológicos sudamericanos: pámpido atenuado para esqueleto masculino.
Cráneo: braquicéfalos.
Orbitas: chicas para el sexo femenino.
Edad al morir: 30 años para el sexo masculino.
Dentadura: desgaste artificial en el sexo masculino.
Diferenciación humeral: perforación olecraneana para el sexo femenino solamente. Por conceptos de esta tesis.
Signos de primitivismo: positivos. Por métodos clásicos. Por conceptos de esta tesis.
Paleopatologías: en esqueleto femenino signos de fractura de radio. Consolidada en vida.
Signos rotulianos dinámicos: positivos para el sexo masculino. Descansaba en cuclillas.
Fémur: aplastado anteroposteriormente en su diáfisis superior en el sexo femenino, por posturas propias de ciertos trabajos continuos tribales.
PERICIA JUDICIAL: Fiscalía de Instrucción de Villa Dolores. Poder judicial de Córdoba. Autos caratulados “Policía de la Provincia comunica Hallazgos de restos óseos”.
(Resumida).
Lugar: Villa Dolores, Córdoba. Argentina.
Fecha: 7/8/00.
Capas de Holoceno: en superficie.(sobre la capa reciente).
Sexo: masculino. Por técnicas clásicas. Por conceptos de esta tesis.
Estatura: 1,62 a 1,70 mts..
Etnia: contemporánea. Raza blanca.
Antigüedad: 2,5 a 3 años a.p.
Cráneo: sub-dolicocéfalo.
Cara: hiperleptoprosopo desarmónico.
Orbitas: altas.
Suturas craneanas: borradas.
Edad al morir: 38 a 42 años.
Dentadura: de sufrimiento y primitivismo funcional.
Diferenciación sacra: hiperbasal. Propio del sexo. Por métodos clásicos. Por conceptos de esta tesis.
Diferenciación humeral: ambos sin perforación olecraneana. Propio del sexo masculino.
Signos de patologías: traumatismo perforante esternal. Odontológicas.
Signos de habilidades: diestro.
Signos posturales post mortem: positivos.
Posturas dinámicas en vida: caminaba con ligera cifosis.
EXHUMACIÓN JUDICIAL: sumario 21/2.000- Fiscalía de Instrucción distrito 4, t 1. Poder Judicial de Córdoba. (Resumida).
Lugar: Puesto Pucheta, Ea. “La Manga”. Obispo Trejo, provincia de Córdoba. Argentina.
Fecha: 16/5/00.
Profundidad: 1 mts.
Capas de Holoceno: superficial.
Inhumación: primaria.
Sexo: masculino.
Estatura: 1,62 mts.
Etnia: Comechingón,
Antigüedad: 300 años.
Tipo antropológico sudamericano: Andido.
Reconstrucción esqueleto craneano: con técnicas propias.
Cráneo: braquicéfalo.
Cara: Hipercameprosopo.
Orbitas: megasemas. Con evolución al modernismo.
Deformación craneana artificial: positiva.
Indice mandibular: braquignato, propio del Amerindio.
Indice de rama mandibular: propio del paleolítico medio.
Edad al morir: 26 años.
Dentadura: desgaste artificial.
Diferenciación sacra: hiperbasal, propio del sexo masculino. Por conceptos de esta tesis.
Diferenciación humeral: en el derecho sin perforación olecraneana. En el izquierdo con dicha perforación. Este es un caso poco común para el sexo. Tendremos atención en relacionar siempre los dos conceptos de diferenciación siempre que sea posible, ya que serían de más utilidad sus valores en conjunto.
Signos de primitivismo: por el concepto anterior, muy positivo. Por métodos clásicos. Por conceptos de esta tesis.
Signos pilástricos: fuertes: individuo de permanentes correrías.
EXHUMACIÓN JUDICIAL: fiscalía de Instrucción distr.8 t 3. Poder Judicial de Córdoba. (Resumida).
Lugar: Villa Urquiza. Córdoba, Capital. Argentina.
Fecha: 22/9/99.
Duración: 2, 30 horas.
Profundidad: 1,28 mts.
Técnica arqueológica: clásica. Ampliada.
Cuadrícula: simple.
Capas de holoceno: capa superficial de sedimentos contemporáneos artificiales y capa superficial natural. Por conceptos propios al respecto.
Presencia de manufactura: lítica artificial propia del horizonte cultural. (Mano de Conana).
Inhumación: primaria, individual.
Posición: fetal, en decúbito lateral izquierdo.
Sexo: masculino.
Etnia: Comechingón.
Antigüedad: 450 a 500 años.
Tipo antropológico sudamericano: Andido.
Cráneo: braquicéfalo.
Edad al morir: 20 a 25 años.
Dentadura: desgaste artificial.
Diferenciación humeral: propia del sexo masculino. Por conceptos de esta tesis.
Signos de primitivismo: positivos. Por métodos clásicos. Por conceptos de esta tesis.
EXHUMACIÓN JUDICIAL: Fiscalía de Instrucción Distr.7 t 2. Poder Judicial de Córdoba. (Resumida).
Lugar: Saldán. Provincia de Córdoba. Argentina.
Fecha:4/10/99.
Duración: 3 horas.
Profundidad: 1,20 mts.
Técnica arqueológica: clásica, modificada para lugares de profundidad media con aberturas escasas. Se adoptan técnicas de evolución rápida (35).
Capas de Holoceno: capa superficial de estratos sedimentarios artificiales contemporáneos (0,50 mts.) y capa superficial natural (0,70 mts.).
Inhumación: decúbito dorso lateral derecho.
Sexo: desconocido por métodos clásicos. Femenino por conceptos de esta tesis.
Etnia: Ayampitín en transición.
Antigüedad: pre hispánico temprano.
Tipo antropológico sudamericano: Pámpido atenuado.
Edad al morir: 25 a 28 años.
Dentadura: desgaste artificial . Incisivos en pala.
Diferenciación sacra: hipobasal por métodos clásicos. Por conceptos de esta tesis.
Diferenciación humeral: perforación olecraneana.
Por conceptos de esta tesis.
Signos de primitivismo: propios del período Precerámico.
EXHUMACIÓN JUDICIAL: Fiscalía de Instrucción de Alta Gracia. Poder Judicial de Córdoba. (Resumida).
Lugar: Santa Rosa, departamento Calamuchita, Provincia de Córdoba.
Fecha: 14/4/00.
Profundidad: 0,70 mts.
Inhumación: colectiva, primaria.
Dos enterratorios.
Esqueleto n1:
Posición: fetal modificada.
Sexo: masculino.
Edad: 33 a 37 años.
Estatura: 1,68 mts.
Desgaste dental: equivalente a 50 años actuales.
Cráneo: camecráneo= tapeinocráneo. Braquicéfalo.
Cara: leptoprosopo.
Nariz: platirrino.
Orbitas: de cara alargada.
Etnia: Comechingón .
Antigüedad: período pre hispánico temprano.
Tipo antropológico sudamericano: Pámpido atenuado.
Deformación craneana artificial: tabular recta.
Diferenciación sacra: hiperbasal, propia del sexo masculino. Por técnicas clásicas, por conceptos de esta tesis.
Signos de primitivismo: positivos. Por métodos clásicos. Por conceptos de esta tesis. Por las rótulas características de sus rótulas descansaba en cuclillas; por sus fémur tenía grandes correrías.
Esqueleto n2:
Estado: incompleto.
Edad: 13 a 15 años.
Desgaste dental: artificial.
Sexo: femenino o masculino joven. Por métodos clásicos.
Antigüedad: por lo menos dos generaciones anteriores al esqueleto n1. Inhumado en épocas de grandes lluvias.
Fauna contemporánea: positivo.
Signos de primitivismo: positivos.
PERICIA JUDICIAL: Fiscalía de Instrucción Dto 6 t 3 . Poder Judicial de Córdoba. ( Resumida).
Autos caratulados: “Actuaciones labradas por hallazgos de restos óseos”. Sumario 1.503/00. unidad judicial 17.
Lugar: Ciudad de Córdoba.
Fecha: 26/12/00.
Reconstrucción: parcial con técnica propia (termo fusión acrílica rápida).
Capas de Holoceno: más superficial.
Cráneo: dolicocéfalo.
Sexo: masculino.
Etnia: Ayampitín.
Antigüedad: 1.000 a 1.500 años a. p.
Tipo antropológico sudamericano: posible Pámpido.
Suturas craneanas: borradas = 40 a 60 años.
Edad: 45 a 55 años. Por desgaste dentario.
Dentadura: desgaste VI (clasificación para el Neolítico europeo y Precerámico Americano.
Diferenciación humeral: sin perforación olecraneana. Propio del sexo masculino. Por conceptos de esta tesis.
PERICIA JUDICIAL: Fiscalía de Instrucción Dtr. 8 t 3. Poder Judicial de Córdoba. ( Resumida).
Autos caratulados: “ Denuncia formulada por María Belén Agulla”. Expte. “dem” 166/2.000.
Lugar: Villa Warcalde. Córdoba.
Fecha: 13/2/01.
Sexo: femenino.
Edad: 65 a 70 años.
Etnia: actual. Con rasgos propios de raza amarilla.
Antigüedad: 3 a 5 años a. p. (si fue conservado artificialmente: 10 años a. p.).
Tipo antropológico sudamericano: Andido muy evolucionado ( con reservas).
Cráneo: mesocéfalo. Termino medio armónico.
Orbitas: hipsiconco.
Malares: deprimidos.
Diferenciación humeral: presenta perforación olecraneana. Propia del sexo femenino, por conceptos de esta tesis. Con signos de sedentarismo.
Signos de primitivismo: positivo. A pesar de ser un esqueleto contemporáneo.
EXHUMACIÓN: “ El Hombre de los cerros azules”.
Lugar: Cerros Azules. Provincia de Córdoba.
Fecha: 15/12/00.
Profundidad: semienterrado.
Capas de Holoceno: la más superficial.
Inhumación: primaria. Individual.
Posición: fetal.
Sexo: masculino. Por técnicas clásicas, por conceptos de esta tesis.
Etnia: Comechingón.
Antigüedad: prehispánico.
Tipo antropológico sudamericano: Andido.
Cráneo: braquicéfalo.
Deformación craneana artificial: tipo lambdoidea.
Dentadura: con desgaste artificial.
Diferenciación humeral: sin perforación olecraneana. Propio del sexo masculino. Por conceptos de esta tesis.
Signos de primitivismo: positivos. Por métodos clásicos. Por conceptos de esta tesis.
Siendo la fosa olecraneana más profunda en los simios (36) que en los humanos, no contribuiría en estos a lograr una hiperextensión tan marcada y robusta como en los otros en los que esa función sería importante.
En el gorila, por ejemplo, sería más extensa la tróclea olecraneana. En los Homos y Pitecus (37),
en la función de extensión del brazo, la fosa se situaría abajo del cóndilo humeral en un primer tiempo; pero en el mono al ser más extensa la tróclea se limitaría la extensión no abriendose bien la articulación del codo (aparentemente), complejo éste que por contribuir al andar cuadrúpedo sería mucho más fuerte que en el humano.
La hiperextension en los simios demostraría un armónico articulado acompañado de un hueso Radio similar en su forma al del humano, pero un hueso Cúbito con su eje longitudinal exageradamente cóncavo en su cara anterior, lo que limitaría aparentemente su movimiento de extensión, a pesar de la buena articulación nombrada. Así, veremos al brazo no bien extendido sobre el antebrazo. Por otra parte el antebrazo de los pitecus, etc., conservaría su proporción más larga que su brazo. Clásicamente sabemos que los Amerindios tienen sus antebrazos más largos con relación a sus brazos, que en los de cualquier otra raza.
El sexo femenino ya no necesitaría la fosa olecraneana, pero la hereda de aquéllos; el sexo masculino no la presentaría tal vez por haber evolucionado más temprano hacia el esqueleto actual, o sería más moderno y posterior en su origen y desarrollo que el otro sexo. O tal vez la mujer arcaica tenía sus orígenes más cercanos a los pitecus y antropoides que el hombre. Si en este momento tuviéramos que leer la Biblia estaríamos en extremos conceptuales opuestos a ella, o el Creador nos habría querido dar a entender que le impuso a su obra una compañera descendiente de alguien más antiguo que el mismo hombre para enriquecer su genética. Pero son sólo especulaciones, propias de quienes a veces también soñamos.
En los australopitecus, también el Cúbito arquearía en su desarrollo, su eje longitudinal, obteniendo así una mayor fuerza del antebrazo que en el humano.
En el Hombre de Neandertal (38) las mismas características se conservarían a pesar del tiempo.
Si hablamos del hueso Sacro, en los australopitecus, sus alas no serían más grandes que en los seres actuales, y esto también tendría relación con la bipedestación. Sería su adaptación a ella.
“Lucy” (39),el primer australopitecus estudiado científicamente tenía su Sacro hipobasal, y era del sexo femenino. Sus Húmeros tenían ambos, perforaciones olecraneanas.
Robin McKie, en su libro: “Draw of Man”nos relata que “Lucy” era de sexo femenino por su pequeña estatura.¿Es que somos tan simples de definir con sólo reconocer nuestra propia naturaleza? Podría ser también que “Lucy” se nos identificara al analizarla con conceptos de esta tesis.
El balanceo del cuerpo humano actual al caminar, haría que se equilibre correctamente al extender más el codo que en sus antepasados y también que en los simios. De esa forma su tronco no oscilaría lateralmente o lo haría pocos grados angulares manteniéndo su centro de gravedad muy estable.
En los simios, la posición genu varum de sus miembros inferiores provocaría un gran desequilibrio en la marcha en sus momentos de bipedestación.
El Sacro tuvo en los monos del viejo y nuevo mundo, las particularidades propias para facilitar la marcha cuadrúpeda casi en forma permanente y para tareas arborícoras. Formó un conjunto con los huesos iliacos y así la cintura pelviana resultó apropiada para este tipo de cualidades.
Las articulaciones Humero – Cubitales se adaptaron a la marcha con el recargo del peso corporal sobre ellos; así el extremo distal del Húmero se ensanchó en su diámetro transverso y en su cara anterior; también se profundizó la fosa olecraneana, se perforó y se ensanchó lateralmente.
En reposo, la articulación predispondría a la epífisis cubital situándola en una posición horizontal y con concavidad casi hacia arriba. Luego, al soportar un peso como el del cuerpo en la locomoción, pasaría a situarse con su concavidad hacia arriba y adelante. Esto pondría en hiper extensión al codo en ángulo obtuso de abertura posterior, encajando al olécranon en su fosa; pero como el Cúbito tendría anatómicamente su concavidad anterior en su eje longitudinal, el brazo simularía no estar bien extendido.
En los monos de sexo femenino ya aparecería la perforación olecraneana; también las carillas de las inserciones musculares del Húmero se situarían más altas en sus epífisis que en los humanos.
El conjunto daría como resultado un aumento de la fuerza muscular y de la resistencia a los grandes esfuerzos.
De modo similar, en los Australopitecus, si bien dicho hueso se fue rectificando globalmente, mantendría las características en la articulación.
El australopitecus llamado “ el niño de Turkana” (40) (Africa), representaba su sexo con la ausencia de la perforación nombrada.
El hombre de Neandertal también conservaría el cúbito en “sable” durante todos sus reinados africanos y euroasiáticos, lo que explicaría
tambien su mayor fortaleza ( hasta siete veces más en el presente).
El Homo Sapiens Sapiens de Córdoba, masculino, simplemente heredaría la ausencia de una fosa perforada. El sexo femenino la conservaría por razones similares. Serían sólo diferencias anatómicas, hoy.
El codo en hiperextensión obligaría a salir de su eje al antebrazo, el que se proyecta hacia su cara posterior en una línea quebrada formando un ángulo obtuso hacia atrás. Recordemos que los amerindios en general tienen sus antebrazos proporcionalmente más largos, que en las otras razas. Sus mujeres siempre desarrollaron mas tipos de tareas diarias que el hombre, quien sólo cazaba, pescaba y hacia sus guerras.
Este destino muchas veces injusto diferenció y discriminó a la mujer, quedando grabado en los relatos y en los mitos de casi todos los grupos tribales, hablado luego con los estilos propios de las leyendas americanas: “… primero existía en los nuestros el matriarcado imperante, pero con el tiempo, el hombre se dio cuenta de que la mujer lo engañaba para dominarlo, generando con la unión de todos los hombres una reacción y el nacimiento del patriarcado….” (Onas) (41).
Se relegó a la mujer a tareas obligatorias de las ordas, y a su maltrato, muchas veces resignada condición de supervivencia y muchas veces reconocido por ellas como propios y para ser
aceptadas como tales.
Lo indios Haush de Tierra del Fuego ( R.A.) tenían en sus mujeres a expertas buceadoras, pero sus hombres ni siquiera sabían nadar (42).
Siguiendo con otros conceptos decimos que el Sacro femenino antiguo daba opción a una pelvis menos fuerte quizás, por tener sus carillas laterales articulares pequeñas para su unión iliaca, lo que implicaría soportar menores pesos, pero lograr mayores grados de flexibilidad, movilidad y extensiones del tronco con referencia a la cintura pelviana. Opuestamente su equilibrio no sería tan estable.
En nuestros días todo cambió, y el hipobasalismo sacro es poco frecuente, confundiéndose en estos aspectos y compartiendo el Hiperbasal.
En algunos casos llegamos a reconocer como
justificable para esta evolución algún tipo de sacralización de la quinta vértebra lumbar en mujeres cuyos Sacros serian hipo u homobasales, como si fuera necesario acercarse a la evolución impuesta a cualquier precio. En otros casos dicho dimorfismo se deberá a otras etiologías.
Por lo tanto, hoy su pelvis tendría la cintura más estructurada, menos flexible y menos ágil y su relación con la columna vertebral lumbar tendría sus limitaciones posturales mayores que en aquellos tiempos, repercutiendo siempre en mantener las curvaturas fisiológicas vertebrales. En el mono ellas no existen.
El Sacro Hipobasal podría ser el responsable de una exageración de los movimientos angulares de la columna vertebral. Por lo mismo recordaremos que el momento de torsión resultante, que actúa sobre el cuerpo alrededor de un eje, que pasa por el centro de la masa es igual a la tasa de cambio en el tiempo del momento angular, independiente del movimiento del centro de la masa. Partiendo de una base de superficie más reducida como es el Sacro Hipobasal con referencia a las rotaciones laterales del tronco, se vería aumentada dicha movilidad; estando el cuerpo en movimiento se vería aumentada esa característica si es acompañada por la abertura y separación de ambos brazos con respecto al tórax, así como se frenaría por la acción opuesta de los mismos.
Por otra parte, aproximar los brazos al tórax significaría aumentar la velocidad de giro de la columna, aumentando su rotación sobre su base. El antebrazo más largo haría mantener más el equilibrio del cuerpo.
En una sustentación estática, en reposo los pies más grandes, con dedos más largos seguramente ayudarían al mismo; estando el sujeto de pie la rotación sería mayor y sobre una base o plano menor; y así el antebrazo más largo también haría aumentar la rotación de la columna.
Si bien todo lo expresado podría ser una posibilidad más solamente, tal vez al cambiar las morfologías, la mujer se acercaría no sólo evolutivamente sino también lograría su longevidad. Genes actuarían provocando un fenómeno generalizado para características que rigen y delimitan la vida misma.
El amerindio arcaico vivía pocos años comparado con nosotros, pero tenía un gran desarrollo reproductivo y también de sus sentidos ( teoría del “guardián” (43), del autor). Hoy vivimos más años pero un debilitamiento de las funciones aquellas siempre activa nuestro descartable tiempo.
La mujer semejante al hombre recorrerá con él un largo camino hacia el Homo Sapiens Sapiens distinto o Discímilis, contemporizador. Nos resta
sincerarnos si también obtendrá el verdadero lugar social y laboral esperado.
Deduciendo que las características del Húmero y del Sacro en teoría achicarían la proporción del concepto de similitudes entre el humano y el mono, indicados por el Genoma Humano, tal vez resulten útiles nuestros estudios de lo Primitivo.
Por costumbres, más que por un razonamiento científico, actualmente llamamos primitivo a todo ser integrante de los tres reinos que se asemeja en algo a la idea común acerca de lo que se dio en un horizonte lejano.
Además, nos consideramos en el presente casi todos evolucionados, salvo cuando guiados por nuestros sentimientos primarios de rechazo hacia los demás, calificamos a otros de primitivos.
También creemos que en el futuro estaremos más desarrollados como para no ser primitivos.
Los primates tienen por lo menos dos definiciones gramaticales a considerar: por una parte, su nombre significa ( del latín primas – atis ) orden más elevado en la escala zoológica, que comprende el Hombre y los antropoides. Otro significado sería: personaje distinguido o prócer.
Siendo los primates, homos, australopitecinos y antropoides, de potencia genética indiferenciada, serían para nosotros individuos de especies primitivas. Lo primitivo es lo que no tuvo antecesor o que no se originó de otra cosa. Es lo primero en cuanto a tiempo y lugar y es original.
Para nuestros trabajos el signo de primitivismo buscado en toda exhumación, se refiere a toda similitud orgánica, biológica, que siendo reconocida en el esqueleto, o en la fauna, o flora, u otros componentes de manufactura y utensilios o vivienda, etc., se relacionan con el lugar y nos explican lo pasado situando todo en él, o el presente o el futuro, haciéndonos concientes del verdadero valor de lo Humano.
Pero para ello, tendremos que reconocer que el primitivismo se da en aquellos que se animaron a vivir primero y de quienes heredamos el espíritu y la intencionalidad de Aquel que los creó a su imagen y semejanza.
En lo concretamente anatómico, aportamos para el reconocimiento del ser primitivo un Húmero y un Sacro, conservados en una determinada capa geológica, acompañados o no de enseres funerarios; con restos de animales que doblegaron aquellos hombres, con aliento etéreo brotando de la cuadrícula arqueológica, que sólo lo percibe quien se compenetra con el trabajo de campo y está dispuesto a reconocer todos los signos de vidas pasadas.
De lo contrario nos costará hasta reconocernos a nosotros mismos y ni qué pensar así de nuestro futuro.
Sólo obtendríamos datos materiales como en toda simple lección anatómica y nuestra ciencia no sería totalmente médica. La frialdad de lo sucedido se asemejaría al paisaje del Período Terciario y el “Humúnculus Patagónicus”(44) de Ameghino – si hubiera existido, ya que así lo consideran algunos libros ingleses actuales- sería para el científico un mono más y no un pitecus primario antecesor.
Pero a través de la Medicina se lograría no sólo sus estudios propios sino el reconocimiento de la vida misma y su proyección universal. La encontraríamos en los hombres y las mujeres que aunque vivan y desciendan de estructuras modernas, lleven dentro de sí el primitivismo sustentado por su gran amplitud espectral que los hacen convivir con los demás y no nos damos cuenta.
Existiría la necesidad de considerar una nueva denominación que subtitule al Homo Sapiens
Sapiens, explicando su posible desarrollo futuro y nuestra responsabilidad social pasada.
Aquel, insertado en el horizonte cultural y biológico cercano y futuro, encontraría nuestra evolución en rumbo hacia un hombre distinto que podríamos denominar “ Discímilis”.
Así como expresamos que un grupo étnico antiguo fue casi siempre inhumado en el suelo en que vivió, así un grupo humano discímil será tal , al mimetizarse con el gran entorno social mundial que lo regirá, aunque luego al final de sus días sólo sea reconocido como un hombre de la Era Tecnológica y su similitud con su compañera se demuestre sólo por los métodos clásicos y a veces por su morfología Humeral y no por la Sacra, la que se definiría como de una tendencia evolutiva puramente masculina.
Esto explicaría: o las consecuencias tardías del intento de control de la natalidad impuesta por algunas potencias; o el modo de caminar; o de reposar, aconsejado por modismos estéticos; o la forma de equilibrar el cuerpo ya sin aquella fuerza de antaño y participar de guerras y contiendas étnicas, que en nada se asemejarían a las luchas tribales, que sí nos convencerán de que existen las razas y los sectarismos aún médicos; y en donde el Amerindio sería el más reconocido primitivo, en vez de ser el espíritu de América, precursor de nuevos seres.
En su lucha diaria por ser El, y sobrevivir un día más, no reconocería su propia estructura y su instinto de conservación se despolarizaría al máximo pero con el final, luego de adaptarse a través de sus descendientes, a una vida propia del hombre cambiante, impersonal, con un individualismo social y un colectivismo en sus hábitos privados.
Por los resultados obtenidos durante las exhumaciones mencionadas, durante veintisiete años aproximadamente, se impone detectar en los individuos vivos, las características sacras y humerales en cuestión. Recurrimos así, a la observación de las radiografías directas de frente y perfil del hueso Sacro, no así del Húmero, cuya imagen no se detectaría claramente por este método, y así su frecuencia sería de presentación negativa, por no ser de utilidad común para los exámenes médicos pre-ocupacionales en el área judicial de la Provincia de Córdoba, que es donde investigamos por largo tiempo. Frente a la placa radiográfica de un hueso Sacro(45), al tratar de reconocer su imagen, surgen las dificultades esperadas al no poder clasificarlo con claridad, por ser observado con las resultantes de una técnica pensada en solo la utilidad clínica. Así en la misma placa tomada en una postura de frente y de pie, el Sacro adopta por supuesto su posición fisiológica y nos desfiguraría el reconocimiento de su tipo morfológico y el desarrollo de sus alas, con respecto a su inserción pelviana, así como su relación con la articulación con la 5ª vértebra lumbar. En una vista radiográfica lateral, podría ser más fácil el reconocimiento del perfil sacro, siempre y cuando la placa sea realizada perpendicularmente al mismo; precaución que en la práctica diaria, si no es por este logro, no se realiza. Logrando que ambas crestas iliacas se superpongan, o del mismo modo, las escotaduras ciáticas; y teniendo una franca lateralidad de imagen el cuerpo de la quinta vértebra lumbar, tal vez así, podríamos reconocer una línea oblicua, corta, que partiendo desde el borde posterior de la carilla articular sacro lumbar, se dirige oblicua hacia delante y abajo, pudiendo representar a los bordes laterales de la alas sacras. De un total de radiografías observadas a los empleados del Poder Judicial, entre los años 1.977 y 1.988, y que representarían el 50 % del total de ingresantes en esa época aproximadamente y que corresponderían a unos 2.485 agentes; y de un 20% del total de los mismos, registrados durante los años 1.988 y 2.000, que representarían a unos 1.341 empleados; sumados a unos 15 empleados examinados durante los tres primeros meses del corriente año, haciendo el total de 3.841 examinados, sólo podríamos reconocer en forma parcial, imágenes atribuidas a los tipos correspondientes de la clasificación sacra. Sólo en muy pocas radiografías se podría reconocer la imagen del Sacro Hipobasal, el que correspondería siempre a personas del sexo femenino; en el resto de ellas y del mismo sexo, serían Hiperbasales, pudiendo distinguirlo en el otro sexo, en donde su imagen se parecería al del Sacro también Hiperbasal. Estos valores serían tan bajos numéricamente hablando, que nos daría un resultado parcial no significativo si tenemos la intención de comparar el Sacro Hipobasal con el número de casos citados; o desde el punto de vista opuesto, podríamos obtener la interpretación de que sería un índice significativo, dado por la ausencia de dicho tipo de Sacro, al relacionarlo con la evolución ósea planteada. Para dar oportunidad a la revisión de lo expuesto y a la autocrítica temática objetiva, expresamos que remontándonos a lo investigado, reconocemos que para hacer un diagnóstico acertado sería casi indispensable tener a la vista los huesos a tratar, siendo relativa su visualización por métodos radiográficos, los que no nos demostrarían con claridad las características buscadas, considerando que serían efectivos los resultados al aplicarlos sobre restos óseos únicamente y que no tendría incidencia importante, su aparición morfológica radiográfica, a pesar de que en esos pocos casos con signos primitivos, coincidirían todos con los antecedentes familiares relacionados con etnias pasadas de América o de Europa, acompañadas de características en el tipo de cabellos, resistencia al frío, o al sol, etc. En algunos casos se sumaron aportes de carácter históricos, culturales, sociales, de esos antepasados ( ejemplo: una mujer que relató ser descendiente de un guerrero de las Cruzadas). A pesar de que en la Medicina Antropológica Física puede ser común encontrar signos antropométricos aplicables para el ser vivo o para el ser muerto, el fenómeno es sólo un consuelo para quienes no podemos ver más que lo encontrado, y reconocemos la necesidad de limitarnos prudentemente, pero dejando las expectativas planteadas para investigadores futuros. Nos queda la buena intención de no haber contribuido, con estas conclusiones, a justificar los sectarismos, ya que los erradicamos en todo pensamiento; y que podría ser usado por otros si se pudiera reconocer el primitivismo fácilmente en el ser vivo.
De la misma resultarían los siguientes signos e índice para poder facilitar la búsqueda del diagnóstico concreto:
SIGNO DE PRIMITIVISMO HUMERAL:
SPH = ++ = Con perforación olecraneana bilateral.
= + = Con perforación olecraneana unilateral.
= – = Sin perforación olecraneana.
SIGNO DE PRIMITIVISMO SACRO:
SPS = ++ = Con sacro Hipobasal.
= + = Con sacro Homobasal.
= – = Con sacro Hiperbasal.
Del complemento de ambos Signos resultaría:
INDICE DE PRIMITIVISMO ESQUELETICO:
IPE = SPH + SPS
En donde el sujeto será:
IPE = ++++ = de morfología ósea muy primitiva.
= +++ = de morfología ósea primitiva.
= ++ = en vías de evolución antropomorfa ósea.
= + o – = de morfología ósea contemporánea.
1)-Tanto los SPH y SPS como el IPE o la planilla DF que creamos y utilizamos desde hace tiempo aprovechando su utilidad práctica en exhumaciones y pericias, tuvieron su confrontación con otros métodos clásicos, con los resultados esperados, por lo que solicitamos que sean tenidas en cuenta a tales fines.
2)-Del mismo modo, solicitamos con fin similar, tener en cuenta el reconocimiento de la Capa Superficial Contemporánea Artificial como la más superficial del Holoceno, para facilitar el tratamiento del terreno de inhumación a investigar.
3)-El Homo Sapiens Sapiens ya insertado teóricamente por nosotros en nuestra provincia, podría generalizar sus propiedades hacia vecindades ilimitadas, siguiendo las características grupales, demostrando ser uno de los últimos reservorios de las características óseas heredadas, con lo que veríamos admirados como siendo el último en establecerse en aquella gran corriente intercontinental de población, hoy mantiene o no, sus signos originarios africanos, los que en todos los continentes ya serían disimulados por la mutación de un desarrollo ya producido.
4)-Los alogrupos A, B, C, D (ADN) (46) mitocondriales al ser portados por mujeres arcaicas, al pasar por el estrecho de Bering, impusieron a sus descendientes caracteres propios sólo de los amerindios. Esas particularidades serían las mismas de los individuos asiáticos y habrían desaparecido en ellos antes de que se produzca la corriente de población nombrada. En los otros continentes esto habría sucedido mucho antes.
5)-Estaríamos ante un fenómeno de una nueva expansión de los caracteres hereditarios, en donde el amerindio desarrollaría su genética perdida, a la vez que la última Glaciación influiría de tal modo, que habrían muerto por las bajas temperaturas, más individuos en América del Norte que en el sur. Esto llevaría a un último fenómeno por el cual sólo los hombres de Sudamérica – en especial Argentina-conservarían todos los alogrupos originarios,( no así en los del norte).
6)-Recordamos lo expresado por Pierre Morel (47), en su libro: “La Antropología Física”, obra ya citada bibliográficamente en esta tesis, quien
tiene el concepto de que tanto la perforación olecraneana y el sacro hipobasal eran propios del paleolítico europeo y en especial del sexo femenino, y de lo expresado en párrafos anteriores, pensaríamos que si las características de primitivismo desaparecieron primero en Africa, luego en Europa, luego en Asia y por último , en forma parcial en Norteamérica, la morfología del Sacro Hipobasal y de la perforación Humeral
olecraneana se tendrían que sólo transmitir desde un principio y origen, de aquellos pitecus antropoides, y arriesgar a decir que tal vez dichas formas se presentaron en el genero humano en cada continente y en el momento que le correspondió, por el inmenso instinto de poblamiento.
7)-De modo similar y complementario, nuestra investigación determinaría que la mujer no sólo trasmitiría dichos alogrupos, sino que sobrepasando a los milenios y a los continentes, conservaría como oculto para sí, el recuerdo de su pasado en los huesos tratados, y sólo los compartiría con el hombre sudamericano, hoy.
8)-Este fenómeno nos determinaría una segunda expansión tardía de su herencia en donde ambos sexos se irradiarían hacia el futuro común. Tal vez, el hombre así, y en teoría, podría volver al resto del mundo como un Homo Sapiens Sapiens Discímilis y demostrar fácilmente su herencia, aunque tuviera que luchar contra los conceptos ya establecidos de que toda evolución nunca retrocede; ¿o es que hacerlo también signifique un tipo de desarrollo?.
Tendría más lógica si el Sudamericano, fuera un ser moderno por llegar último en el tiempo del desarrollo milenario.
9)-Pero por esos designios de Dios, podría la mujer americana ser tal vez capaz de acercar su desarrollo óseo en algo, y lograr así recordar como fueron sus estructuras pasadas, arriesgando el concepto de ser la precursora de su compañero, a quien dio vida , aunque para ello debió resignar algo de su morfología, recordando la trascendental presencia humana sin la que la Creación habría sido incompleta por no tener quien la reconozca.
A partir de la Introducción, donde se ha señalado el tema central de nuestro estudio y su relevancia en cuanto a la utilización de algunas de sus conclusiones – expresado todo esto en medio de la complejidad que resulta acrecentada por las necesarias alusiones a otros conocimientos conexos, o relacionados se pasa a desarrollar el asunto desde los primeros pasos, diría. Así, debo tratar sobre el escenario físico en el que se presentaron las estructuras óseas humanas estudiadas en el aspecto de que se trata. El escenario físico de referencia, va de suyo, no es un todo homogéneo, simple. Desde el punto de vista geológico tiene su propia complicación, la que a su vez determina criterios distintos para su consideración específica. Ahora bien, al aceptar algunos criterios y ,en su caso, proponer otros, es posible llegar a determinados cimientos desde los cuales comienza a erigirse ese todo integrado que nos preocupó. Más adelante, se puntualizaron los múltiples casos concretos estudiados, señalándose en cada uno los elementos pertinentes que confluyen al resultado que corresponde destacar. Y después se llega a las explicaciones fundadas que acompañan a todo cuanto se ha comprobado con respecto al tema que se estudió. Las referidas explicaciones concentran un cúmulo de conocimientos de distinta significación, que pueden obtenerse luego de constante y prolongado estudio sobre distintas partes o aspectos de la Ciencia Médica. Pues bien, hay un camino que tiene punto de partida y una meta. Pero este recorrido no es fácil. En toda su trayectoria hay dificultades, obstáculos, que pese a su manifestación no pudieron desdibujarla. Si bien el camino comprendido ha podido llegar a resultados que conciernen a la Ciencia Médica, con sus propias proyecciones – sea en cuanto a su enseñanza superior con sus planes de estudio, sea en cuanto a su aplicación en el ejercicio profesional, o en lo que hace a estudios específicos que pudieran darse en la inmensidad de su ámbito – no es menos cierto que esos resultados pueden tener influencias mediatas o más distantes en otros escenarios de diversa significación. Tal sería la influencia que aquellos resultados pudieran concretar en el campo del derecho positivo, es decir en la legislación. Este tema, que concierne a la Ciencia Médica en su expresión más vasta o universal, pertenece al ámbito de la Antropología, que considera al hombre. Pero el hombre, ya concebido, luego crece y se desarrolla, hasta alcanzar su conformación física, es decir, la base natural del ser que evolucionará en el escenario de la cultura. Por cierto, esto anticipa que los estudios antropológicos deben tener un origen y desenvolvimiento coincidente. Estos estudios deberán, necesariamente, partir desde el objeto de la Antropología Física, tal como esta disciplina, o ciencia particular, es considerada desde su definición más simple. A esta altura de la explicación debe reconocerse que la Ciencia Médica no puede prescindir de la Antropología Física. Por consiguiente, el Médico debe estudiarla como disciplina integradora de sus conocimientos. Más aún, se da una adecuada y total correspondencia entre la Ciencia Médica y la Antropología Física. Acerca del ámbito específico de ésta se da una especie de reciprocidad entre ambas. Hay, en consecuencia, una vinculación de necesidad. Digámoslo desde ya: el Médico no puede ser tal – en su consideración integral – si prescinde de la Antropología Física, y todo acto específico de ésta no puede concebirse sin la actuación del Médico. La Antropología, en general, cuenta con otros aspectos, entre los que se distinguen por su valor el de contenido cultural. Nadie podría negar, por cierto, su importancia en orden a la Ciencia Médica, pero este valor hace más bien a la ilustración del Médico, a su grado de desenvolvimiento cultural, como un aditamento, diría, mas no a su integración. Con otras palabras, la Antropología Física contribuye a formar al Médico; la Antropología de fines culturales contribuye a informarlo. Desde hace tiempo, todos sabemos que la Carrera de Medicina debe seguir en su evolución una dinámica progresiva si pretende acompañar el crecimiento majestuoso de la Ciencia Médica. En mayor o menor grado, las autoridades académicas de la Facultad, sus profesores, docentes, y también sus alumnos, exponen ideas en el mismo sentido, tanto en publicaciones científicas, como en otras de nivel general. Y, en armonía con ellas, se esbozan y proponen planes de estudio. Pues bien, aún reconociéndoles a todas las proposiciones valor científico, es lo cierto que todas tendrán que incorporar básicamente la enseñanza de la Antropología Física como ciencia propiamente integradora. Esta enseñanza universitaria puede ser impartida conforme a distintos criterios de planificación, bien sea como materia específica de la carrera, o bien formando parte principal, básica, de una materia genérica. Es muy significativo y de gran valor académico – docente el reconocimiento real, efectivo, que la Facultad de Ciencias Médicas de la Universidad Nacional de Córdoba y sus Cátedras de Medicina Antropológica y de Anatomía Normal han dado por medio de su máxima autoridad y de sus catedráticos, respectivamente, a los estudios de Antropología Física y a las clases sobre esta ciencia, todo lo que anuncia los grandes avances que quedarán consagrados institucionalmente. Como se habrá advertido, estamos proyectando los conocimientos y estudios de Antropología Física específicos -sobre temas particulares como es el nuestro – y los genéricos en el ámbito de la Carrera de Medicina. Y en esta perspectiva, por cierto, las intenciones son las de acrecentar, como un modo de alcanzar integración; jamás la de insinuar críticas; todo va en sentido positivo, nada con rumbo negativo. Y si el Médico, conforme a un modo de concebirlo, resulta así integrado, podrá actuar con mayor idoneidad y eficacia al contar con mayores y más decisivos aportes científicos para alcanzar resultados más avanzados y precisos en la búsqueda de la verdad. Pero esto no se detiene aquí, toda vez que el Médico especializado en Antropología Física, ante los casos particulares específicos, podrá dictaminar en el alto sentido de la expresión. Los crecientes conocimientos médico- científicos determinan los avances en los estudios superiores que se signen en la Carrera de Medicina. Son estos, a su vez, los que señalan el rumbo de los planes de estudio y el contenido de las materias. Pero todo esto, indudablemente, debe tener y tiene efecto inmediato en la vida social, regulada por el derecho vigente. En este escenario no se da hasta hoy una legislación que haya previsto acerca de los problemas que pudieran presentarse y que requieran la actuación especializada del médico dedicado a la Antropología Física. Con este vacío se pone de manifiesto un contraste entre los resultados científicos y su atención en el campo de la vida colectiva. En otros términos, es evidente que tan magnos resultados no alcanzaron a cumplir función social. Ante esta necesidad se impone hoy avanzar en la legislación, hasta cubrir los claros o vacíos en la jurisdicción y nivel que corresponda. Para hacerlos más ostensibles, téngase presente que ni la Constitución de Córdoba ni la Ley Provincial Nº 5543, sobre Protección de los bienes culturales de la Provincia- sancionada y promulgada el 16 de abril de 1973, publicada oficialmente el 27 de iguales mes y año- contienen previsión alguna sobre la materia. En algunas disposiciones de esta ley se habla de “……yacimientos arqueológicos y paleontológicos, objetos o lugares que posean especiales antecedentes o características históricas, científicas”, de “…… excavación e investigación de yacimientos arqueológicos y paleontológicos” ( Arts. 1 y 3 ), agregando en el Art. 5 que “las piezas arqueológicas o pa leontológicas obtenidas en los yacimientos del territorio provincial pasarán a integrar las colecciones de los respectivos museos de la provincia ……”. Nada se dice sobre las piezas óseas humanas que pudieran encontrarse conjuntamente con los demás objetos mencionados en la ley. El legislador provincial tiene la oportunidad de cubrir, el vacío de referencia. Mas, al proponer al respecto, no solo debe ampliar la Constitución de la Provincia, por el camino institucional correspondiente, sino también abarcar con una ley especial los distintos aspectos referentes al hallazgo de restos humanos, destino de los mismos, etc. ,del modo como lo hiciera la Ley Nº 5543 acerca de los objetos contemplados en la misma. La futura ley debe determinar con precisión acerca del único profesional que debe actuar en todos los casos de localización de restos humanos- es decir, del médico- con más la expresa prohibición de hacerlo para otros profesionales. Igualmente, asegurar que la actuación del médico debe tener cuenta de todos los elementos que hicieron a la inhumación de los restos humanos encontrados, y demás circunstancias concurrentes, de modo a integrar todo un escenario que coadyuvara desde el punto de vista científico para llegar a conclusiones ciertas. Entre tales circunstancias se cuentan las referentes al lugar, comprendido por los estudios geológicos, con lo cual señalamos aportes que pueden ser útiles a los fines de determinar la antigüedad de los restos humanos. Repárese que hablar de utilidad no es lo mismo que decir necesidad. Los aportes que sí se necesitan son los propios de la Antropología Física, aportes entre los cuales pueden contarse los que han sido comprendidos por nuestro estudio sobre determinados huesos del esqueleto humano. Todo esto explica y justifica la actuación exclusiva de médico que debe responder a los interrogantes y solucionar los problemas que puedan surgir en los hallazgos de piezas óseas del hombre. La futura ley, insisto, debe llenar vacíos muy significativos. Además, debe preverse también sobre los requisitos formales conducentes a la designación del médico que actuará en los casos de que se trata, requisitos que hacen a la inscripción de los especialistas en los registros pertinentes, a la designación para dictaminar en cada caso, etc.. Igualmente, la futura ley debe disponer sobre la actuación del médico especializado en Antropología Física en aquellos supuestos que no comprometieran el interés público, por referirse únicamente a la esfera particular. La futura ley, así concebida en general, deberá contener normas de fondo y reglas formales. En estos términos, será una ley especial sobre la materia. De este modo se podrá colmar el gran vacío de nuestro derecho positivo, que viene notándose desde la Constitución de la Provincia (Art. 65) con su silencio, armónico con el Art. 2340 inc. 9 del Código Civil Argentino, laguna que continúa en el texto de la Ley Nº 5543. Pues bien, gradualmente todo comenzó con el ser humano, siguió en la Ciencia Médica para extenderse en proyección y función social y llegó al ámbito en el que debe darse el Derecho como solución para las cuestiones de la vida de relación.
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Exhumaciones propias del autor, Judiciales, o con fines científicos, nombradas por orden cronológico:
a) Judiciales:
“Sanatorio Morra”. (Córdoba, Capital. Argentina). Por orden de la Fiscalía de Instrucción D 7 T 2, Tribunales Provinciales. 8-2-99.
“Villa Urquiza”. ( Córdoba, Capital. Argentina). Por orden de la Fiscalía de Instrucción D 8 T 3, Tribunales Provinciales. 22-9-99.
“Saldan”. (provincia de Córdoba, Argentina ). Por orden de la Fiscalía de Instrucción D 8 T 2. Tribunales Provinciales. 12-10-99.
“Santa Rosa de Calamuchita”. (Provincia de Córdoba, Argentina ). Por orden de la Fiscalía de Instrucción de Alta Gracia. Tribunales Provinciales. 14-4-00.
“Obispo Trejo, Ea. “La Manga”. (Provincia de Córdoba, Argentina ). Por orden de la Fiscalía de Instrucción D 4 T 1 . Tribunales Provinciales. 16-5-00.
b) Con fines científicos:
“Parque Siquiman”. ( Lago San Roque, Córdoba. Argentina). 20-11-82 /24-11-82 /8-9-83/15-9-83/ 6-3-86/22-9-86/18-10-86/15-5-88/ 23-10-88.
“El Hombre de la Isla”. (Isla de San Antonio, Tulumba, Córdoba. Argentina). 22-6-79.
“El Niño de Chilca”. (Sierras de Sumampa, Provincia de Córdoba. Argentina). 16-3-80.
“La Mujer del Campo Zapata”. (Tulumba, Provincia de Córdoba. Argentina). 14 y 15-6-96/12-10-97/8-12-97/14-3-98/12-3-00.
“De Agua de Oro”. (Cerros Azules, Provincia de Córdoba. Argentina). 3-1-98.
“El Hombre del Río Jaime”. (Salsacate, provincia de Córdoba. Argentina). 14-2-98/5-3-98/27-8-98/12-9-98.
Donado a la Facultad de Medicina de la Universidad Nacional de Córdoba, Argentina. ( Cátedra de Medicina Antropológica) el 24-3-98.
“La Mujer de Rodeito”. (San Francisco del Chañar, Provincia de Córdoba. Argentina). 8-8-98/17-8-98.
“El Hombre del Suquia”. (Córdoba, Capital. Argentina). 2ª exhumación del Sanatorio Morra. 3-5-99.
“La Mujer de Capillita”. ( San José de la Salina, Provincia de Córdoba. Argentina).15-5-99.
“La Pareja de los Carolinos”. (Córdoba, Capital. Argentina). 24-5-00.
Nota a S. E. El Señor Presidente del Excmo. Tribunal Superior de Justicia de la Provincia de Córdoba, Dr. Domingo Juan Sesin y su autorización. 2-5-00. Nota al Señor Fiscal General de la Provincia de Córdoba, Dr. Miguel A. Ortiz Pellegrini, y su autorización. 2-5-00.
El autor disertó en:
El “Tercer Curso Para Médicos Forenses”. Autorizado por el Tribunal Superior de Justicia, acuerdo Nº 63- serie B. Córdoba. Argentina. 1-11-79.
La conferencia: “La Aguada del Monte”. Centro de Estudios de Córdoba. Argentina. 6-8-85.
Clase recordatoria de los Quinientos Años del Descubrimiento de América: “Verdaderos Conquistadores de América”. Colegio Nuestra Señora de Nievas. Córdoba, Argentina. 12-10-92.
Clase recordatoria de los Quinientos Años del Descubrimiento de América: “La Antropología del Nuevo Mundo frente a la Conquista”. Colegio B. Matienzo. Córdoba, Argentina.14-12-92.
Clase: “Introducción a la Antropología”. Cátedra de Medicina Antropológica. Facultad de Medicina. Universidad Nacional de Córdoba, Argentina. 1997.
El Ateneo de Antropología: “Salud y Enfermedad en el Período Pre-cerámico”. Cátedra de Medicina Antropológica. Facultad de Medicina. Universidad Nacional de Córdoba, Argentina. 30-5-97.
En el Rotary Club Alta Córdoba: “Un Horizonte Silencioso, aproximación al Horizonte Ayampitín”. Córdoba, Argentina. 17-11-97.
El Ateneo de Antropología: “La Naturaleza Indígena en el Período Pre-Hispánico”. Presentación de un Esqueleto exhumado por el disertante. Cátedra de Medicina Antropológica. Facultad de Medicina. Universidad Nacional de Córdoba, Argentina. 12-6-98.
Clase sobre “El Origen del Hombre”. Colegio San Patricio. Córdoba, Argentina. 1998.
El tema: “Antropología y Arqueología. Relaciones del caso Morra”. Rotary Club Alta Córdoba, Argentina. 26-4-99.
La clase: “Conceptos Generales de Antropología Evolutiva en especial de América”. Cátedra de Medicina Antropológica. Facultad de Medicina. Universidad Nacional de Córdoba, Argentina.4-5-99.
El Ateneo de Antropología: “La Estructura de la Familia Arcaica”. Cátedra de Medicina Antropológica. Facultad de Medicina. Universidad Nacional de Córdoba, Argentina. 28-5-99.
La conferencia: “Relaciones entre Antropología Física y Medicina”. Fundación DAVI. Córdoba, Argentina. 2-6-00.
Filmaciones propias del autor ( solo partes que corresponden al tema):
“Asentamiento Ayampitin de Zapata”. Isla de San Antonio. Tulumba. Provincia de Córdoba, Argentina. 1998.
“Córdoba sobre su base Indígena”. Filmación sobre las distintas Exhumaciones del Sanatorio Morra, de Saldan, Villa Urquiza, etc. Córdoba, Argentina. 1999.
“Distintos Lenguajes en un mismo tiempo”. Aculturación del aborigen Comechingón por parte del Sanaviron. Sobremonte. Provincia de Córdoba, Argentina. 1997.
“El Hombre del Río Jaime”. La preservación antropológica y arqueológica de una generación Comechingón. Salsacate. Provincia de Córdoba, Argentina. 1998.
“El adorno de la Patagonia : un adorno Tehuelche”. Las Grutas, Provincia de Río Negro, Argentina. 1999.
“La Cueva de Alvarez”. Signos primitivos del trabajo comunitario indígena. Characato, Cumbres de Gaspar. Provincia de Córdoba, Argentina. 1998.
“La Mujer de Capillita”. San Jose de las Salinas, Provincia de Córdoba, Argentina. 1999.
“La Mujer de Rodeito”. Su antropometría, el motivo de esta Tesis. San Francisco del Chañar. Provincia de Córdoba, Argentina. 1998.
“El caso Morra”. Córdoba, Argentina. 1999.
“Los Cráneos de la exhumación del Sanatorio Morra”. Córdoba, Argentina. 1999.
“Mitos y Leyendas del Norte Cordobés”. Salar de Ambargasta. Provincia de Córdoba, Argentina. 1999.
“El Hueso Sacro y el Húmero del Hombre Antiguo de Córdoba”. 1999.
Algunos de estas filmaciones están sin editar y son de uso personal del autor para sus investigaciones, para la docencia, conferencias, etc.